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SIMPLEMENTE PIENSO EN TÍ
Me acostumbré a tus palabras, como el viento a la primavera. Me acostumbré a tus ojos apagados por la desesperanza,a tu voz con distancia, a tu caricia contenida en la estela del recuerdo. Al todo o nada y nada y todo. Me acostumbré a jugarme la vida en una palabra sin saber de mi mismo, a preguntarle a mi corazón sin saber si consentía. Me acostumbré a tu ansiada ternura, a tus pasos para verte y al silencio de las equivocaciones. Me he acostumbrado a pensar, más que a actuar a vivir, a expresar, sin saber que pasará. Me acostumbré a tí, con tanta paciencia, que la impaciencia nos dibujó el espanto y a lo lejos logro sentir tu corazón confuso buscando tu silueta. Me acostumbré a las cláusulas de una letra echar de menos las noches, que jamás conocí, de la vidas que jamás viví. A pesar de la costumbre buena o mala, simplemente pienso en tí.
Francisco Madero Urmeneta
La voz de la duda
Dices estar listo para enfrentar el desafío, pero en el fondo de tu mente tienes serias, persistentes dudas. Hay una vocecita repiqueteando, recordándote tus, auto-impuestas, limitaciones. Puedes convencer al resto del mundo, pero si no puedes vencer a esa pequeña vocecita en el fondo de tu mente, te detendrá sin contemplaciones. Para apaciguar a esa vocecita se necesita férrea voluntad y mucha repetición. Cada vez que ella dice "no, no puedes" debes responderle inmediatamente "¡Sí, puedo!". Has permitido a esa vocecita tomar el control, y en tus manos está el poder de cambiar esta situación. En el pasado te has dicho a tí mismo -o te lo han dicho los demás- tantas y tantas veces que no puedes, que has terminado convenciéndote de que no puedes. Ahora debes hacer renacer tu confianza. Saber que puedes hacerlo. Decirte, una y otra vez, que tú puedes. Con suficiente repetición, comenzarás a creerlo realmente y la duda se desvanecerá.
Transforma esa voz trémula y llorosa de la duda en un potente coro de confianza . | | |