Ayer día 1, la Cátedra “Ignacio Ellacuría” celebró un acto recuerdo y homenaje a los Mártires de El Salvador, con motivo del vigésimo aniversario de su asesinato.
Contamos con la amable colaboración de Juan Antonio, el hermano de Ignacio Ellacuría, del que fue Embajador de España en El Salvador cuando Ellacuría fue asesinado, ya muy mayor, pero ni por su edad ni por los años pasados ha perdido la indignación al hablar del atropello ni la emoción por la humanidad y la entrega que la figura de Ignacio derrochaba, de Almudena Bernabeu abogada que presentó la querella en la Audiencia Nacional contra Alfredo Cristiani y los catorce militares que participaron en el asesinato, Mario Blanco de la UAM y varios otros.
Cada uno rememoró momentos de convivencia, de tertulia y de preocupaciones con Ellacuría, sucesos de la época, dudas y seguridades acerca de quién dio la orden definitiva de su asesinato, rememoraron como no podía ser menos las figuras de Monseñor Romero, también mártir, y John Sobrino, tan estrechamente ligados a Ellacuría,
Tras la expresión de rabia a pesar del tiempo, viene también la congratulación porque… pudieron matar al maestro pero la semilla que sembró fue imposible de extirpar y germinó y dio su fruto, mucho más allá de lo previsto por sus asesinos.
No recuerdo quien de los invitados se quejaba con indignación de la maliciosa consigna de “ …perdón y olvido, alfombra roja polvorienta por la mucha basura que esconde y del tupido velo de la hipocresía..”, se invoca el perdón impersonal y colectivo en aras de la armonía, de un país, como de una comunidad, como siempre, los que juzgaron sin derecho a defensa, los que condenaron, torturaron, atropellaron y asesinaron, después buscan el beneficio de un estado de paz y en paz, invocan el cierre civilizado de los conflictos que intentaron cerrar con violencia.
Pero, esta vez, al menos algunas veces, como ahora, gana la memoria frente al olvido del victimario. Y aunque se acuerde la paz, que a todos interesa, y que siempre fue buscada, defendida, peleada por los jesuitas de Ellacuría y el pueblo que los seguía, reconocido oficialmente o no por la Iglesia oficial, esta vez, su testimonio no se olvida, su sacrificio no fue en vano, sobre todo no fue en vano su vida.
Nadie de allí ni tantos otros entenderemos qué misteriosas razones santifican a unos curas asesinados por ser tales y defender el testimonio de Cristo y otros se dan de lado. No entendemos qué impide la beatificación de Monseñor Romero, Ellacuría y otros.. , aunque es nítida la negativa a facilitar tal proceso. Pero como allí decían, sólo se pretende y lucha porque es un derecho ganado a pulso, día a día soportando la presión y el miedo sin detenerse, sin claudicar y al lado de las víctimas hasta convertirse en una más, por lo demás, qué mas nos dá si se lo quieren reconocer por escrito o no, su vida, su obra, no la podrán borrar jamás, la experiencia, las vivencias de los que trabajaron con él, será imposible de olvidar y el ánimo que nos supone a otros el saber que hoy sigue habiendo grandes hombres capaces de morir, pero sobre todo de vivir combatiendo la injusticia, a pesar de todas las presiones
Reseña biográfica elaborada por el Centro Social Ignacio Ellacuría
Ignacio Ellacuría
Fue en Portugalete, Bizkaia, donde nació Ignacio Ellacuría, un 9 de noviembre de 1930, en el seno de una familia de cuatro hermanos
Dos años más tarde se ofreció como voluntario para ir a El Salvador, al noviciado de Santa Tecla, donde tuvo por maestro al P. Miguel Elizondo.
•En 1958 continúa con sus estudios, esta vez teológicos, en Innsbruck, Austria. Nunca habló con gran entusiasmo de aquella etapa, exceptuando su valoración de Karl Rahner
Ese mismo año visitó a Xavier Zubiri por primera vez en Madrid, a quien pediría que dirigiera su tesis doctoral en filosofía, algo a lo que accedió excepcionalmente. Ignacio veía en él “un modelo de juntura entre lo clásico y lo moderno, entre lo esencial y lo existencial”
En 1967 se incorpora a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, (UCA)
En 1976 asume la dirección de la revista ECA, Estudios Centroamericanos, desde la que hablará con valentía sobre la realidad del país
En 1977, en la ofensiva contra religiosos que se desató en el país, todos los jesuitas son amenazados de muerte. EL 12 DE MARZO DE 1977, CAYÓ ASESINADO EL JESUITA RUTILIO GRANDE
La vida de Romero, su conversión a la causa de los pobres impactó enormemente a Ellacuría
Desde 1981 Ignacio plantea públicamente una salida negociada al conflicto salvadoreño, una pretensión que no abandonaría hasta su muerte. Pronto, en 1984, publicaría también “Conversión de la Iglesia al Reino de Dios” en la que propone un papel para la Iglesia
En 1985 participa, junto al Arzobispo Rivera Damas, en el canje de la hija del Presidente Duarte por 22 presos políticos y 101 heridos de guerra.
Ese mismo año abre en la UCA la Cátedra de la Realidad Nacional en la que invitaba a personalidades políticas, religiosas, sindicales... a opinar sobre temas candentes.
Este auditorio multiplica el alcance de su voz. Cuando él interviene, la sala se llena.
En aquel tiempo desarrolla su tesis sobre LA TERCERA FUERZA, criticada por la guerrilla revolucionaria al considerar que pretendía desinflar su vitalidad y abrir la puerta al reformismo capitalista
Sin embargo, por primera vez comenzó a decir que ahora sí podía pasar, refiriéndose al asesinato, algo que no había considerado posible en 1980, cuando se desató la violencia que segó la vida de Romero y que se saldó con varias bombas explotadas en la Universidad y un ametrallamiento en la residencia de los jesuitas con más de 100 impactos.
A mediados de 1989 asciende al poder Cristiani. Con su llegada se abren esperanzas de un cambio en la postura del Gobierno en relación al diálogo.
Ellacuría llega a afirmar en un artículo de la revista ECA que “se va consolidando en el gobierno: la línea civilista de Cristiani, frente a la línea militarista de D’Aubuisson y la línea escuadronista de cabeza clandestina”.
A primeros de noviembre Ellacuría recibió en Barcelona el premio de la Fundación Comín y regresó a la UCA el 13 de noviembre.
El 16 de noviembre el propio Ejército Nacional entró en la Universidad, donde lo asesinó, junto a todas las personas que estaban en la comunidad aquella noche…
Su vida es expresión de un intelectual para la liberación, como expresión histórica de la Buena Noticia anunciada por el Evangelio,
“En el reino habrá abundancia para todos, ¡pero nadie se podrá considerar rico en contrapartida con el pobre y en contraposición con él!”
Ignacio Ellacuría, 1979
Elaborado por el Centro Ellacuria c/Padre Lojendio, 2 - 48008 Bilbao
El 16 de noviembre de 1989 fue asesinado por un pelotón del Batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de El Salvador, en la residencia de la Universidad, junto con los jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno Pardo, Joaquín López y López. Fueron también asesinadas Elba Julia Ramos, persona al servicio de la Residencia, y la hija de ésta, Celina, de 15 años. En la actualidad, el cuerpo de Ignacio Ellacuría yace enterrado en la capilla de la UCA.
TalVez 
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