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DESVÁN DE TALVEZ: .- MIEDO (Depredadores emocionales ) -I-
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De: talvez (Mensaje original) |
Enviado: 21/01/2011 23:26 |
De: talvez (Mensaje original) |
Enviado: 11/09/2010 08:33 |

Cuidado con los chantajes emocionales
CRISTINA LLAGOSTERA 24/05/2009 EL PAÍS
Si su pareja le chantajea por cualquier asunto o entabla una batalla campal para hacerse con el control de la relación, cuidado, pueden estarle manipulando emocionalmente.
La pareja es la sociedad más pequeña que existe y en ella invertimos gran parte de nuestro capital afectivo. Normalmente, esta unión se realiza con la idea de construir algo en común que beneficiará a ambas personas. Pero, como ocurre en toda sociedad, uno de los peligros que acechan a la pareja son las luchas de poder. Cuando éstas se producen, se olvida que existe un proyecto compartido, y uno o ambos miembros intentan imponer sus reglas y sus objetivos personales.
“Para que resulte efectivo, el chantaje emocional debe producir una mezcla de temor, obligación y culpa”
“El silencio, las amenazas directas o veladas, los celos, o incluso una actitud victimista, son las estrategias más comunes”“Hay que hacer explícito el juego para desmontar las trampas manipuladoras. Dejan de tener poder cuando se reconocen”
La manipulación emocional es una de las prácticas más utilizadas en el campo de batalla de la pareja. De forma inconsciente o voluntaria se exige a la otra persona que actúe según los propios deseos o necesidades, utilizando vilmente los sentimientos como arma. El silencio, las amenazas directas o veladas, los celos, o incluso una actitud victimista, son algunas de las estrategias más comunes.
El chantaje emocional suele estar tan infiltrado en nuestras relaciones, que no resulta fácil reconocer cuándo somos víctimas de él o cuándo lo ejercemos. Si la manipulación es constante e insidiosa puede corroer la base de la relación.
¿Por qué manipulamos?
“Para hacer la paz se necesitan dos; pero para hacer la guerra basta con uno sólo” (Samuel Butler)
Se acostumbra a asociar la manipulación con personas egoístas, retorcidas, malvadas, maquiavélicas… Esto resulta tranquilizador en sí mismo, dado que aporta una explicación simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones, al tiempo que nos aleja de él. Pero en la práctica, todos, en un momento dado, podemos utilizar algún tipo de chantaje emocional.
La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona para un beneficio propio. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado.
Así como algunos chantajes son transparentes y casi inofensivos, otros resultan más retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Ciertos individuos llegan a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.
A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave que la pura expresión de violencia. Sin embargo, el maltrato moral suele ser la antesala y un ingrediente indispensable de lo que se conoce como maltrato físico.
“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano” (Voltaire).
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VAMPIROS EMOCIONALES
Extractos de "Vampiros Emocionales" de Albert J. Bernstein.
Están ahí afuera, disfrazados como gente normal hasta que sus necesidades internas los convierten en depredadores. No buscan vuestra sangre, sino vuestra energía emocional.
Tienen el poder no solo de exasperaros, sino de hipnotizaros, de obnubilaros la mente con promesas falsas hasta enredaros en sus hechizos. Los vampiros emocionales os atraen para luego vaciaros.
Los vampiros emocionales, son vecinos cálidos y cordiales delante de vosotros, que a vuestra espalda extienden rumores.
Al principio parecen mejores que las personas corrientes. Son brillantes, encantadores. Os caen bien, confiáis en ellos, esperáis más de ellos que de otras personas.
Esperáis más, pero recibís menos y al final os capturan. Los invitáis a que entren en vuestra vida y rara vez os dáis cuanta del error hasta que han desaparecido, dejándoos vacíos, las carteras vacías o, quizá, el corazón roto. Aún entonces os preguntáis...¿serán ellos o yo?. Son ellos. Vampiros emocionales.
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El miedo - el miedo a las pérdidas, el temor al cambio y al rechazo, el miedo a la pérdida del poder- es el terreno común en que se mueven todas as personas que se convierten en chantajistas. En algunos casos, esos miedos radican en una larga historia de sentimientos de angustia e ineptitud. En otros, podrán ser la respuesta a incertidumbres y estrés más recientes, que han socavado su autoestima y sus sentimientos de competencia y seguridad. El potencial para convertirse en chantajista aumenta en forma súbita a medida que los miedos se acumulan en la vida de esa persona. Verán con cuanta facilidad ciertos hechos desencadenantes, como el rechazo sentimental por parte de otra persona, la pérdida de un trabajo, un divorcio, el retiro de la vida laboral o una enfermedad pueden convertir en chantajista a alguien de nuestro entorno inmediato.
El precio que pagamos cuando cedemos reiteradamente al chantaje emocional es enorme. Los comentarios y actitudes del chantajista nos hacen sentir desequilibrados, avergonzados y culpables. Sabemos que tenemos que modificar la situación y, reiteradamente, nos prometemos que lo haremos, sólo para encontrarnos, una y otra vez, burlados y manipulados, como que hemos caído de nuevo en una emboscada. Comenzamos a dudar de nuestra capacidad de mantener las promesas que nos hacemos y perdemos la confianza en nuestra eficiencia. Nuestra autoestima se va erosionando. Y lo peor de todo es , quizás, que cada vez que nos rendimos al chantaje emocional, perdemos contacto con nuestra propia integridad, esa brújula interior que nos ayuda a determinar cuáles deberían ser nuestros valores y nuestra conducta. A pesar de que el chantaje emocional no es un abuso psicofísico violento, no hay que caer en la tentación de suponer que el precio que se paga no es muy elevado. Cuando convivimos con él, el chantaje emocional nos carcome y se expande hasta dañar en lo más hondo nuestras relaciones más importantes y nuestra propia autoestima.
Sin nuestro consentimiento, el chantajista se vuelve totalmente impotente.
Para que el comportamiento de alguien pueda ser calificado de "chantaje emocional" , deberá tener ciertos componentes. Podemos hacer ese diagnóstico de la misma manera que un médico determinaría que una persona tiene algún malestar físico: analizando los límites. Inteligencia Emocional.org
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De: talvez |
Enviado: 21/01/2011 23:28 |
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De: talvez |
Enviado: 17/10/2010 03:53 |
Juegos de poder a fin de cuentas. No soy demasiado amiga de los juegos más allá del parchis, la oca y poco más, pero si alguno me exaspera son los de “poder”. Quizá por el riesgo inútil, quizá porque tiene como principal herramienta la mentira y el campo de batalla siempre es una persona. Nunca me gustaron los trapecistas sin red. Lo que me fascina es la habilidad, la sensación de dominio de si mismo, del equilibrio y no la posibilidad de verlos estampados contra el suelo.
En estos juegos, como dice en alguna parte del texto, hay más de un jugador. Y como decía en el comentario al artículo que sobre Neira hace JsalgueroD , temo que la atención y por tanto la intervención, el tratamiento y la prevención sólo se dirige a la defensa contra el otro, desatendiendo el enemigo que a veces anida en nosotros mismos.
((En cuanto a Violeta Santander. Es un ejemplo de lo que suelo reclamar en esta política de “protección a …”, tan generalizada y que no voy a negar beneficia a algunos, pero deja tan gratuitamente a medias y otras sin ninguna protección a muchos. Una política de protección “politizada”, una protección de parche y de cubrir el expediente para que este pueblo (tan inteligente) sienta atendidos a sus miembros más débiles.
Todas cojean del mismo pie, es decir, de focalizar la atención en uno solo de los polos. El que más se ve, el más popular. No sólo eso, me temo que incluso evitan tocar el otro, el impopular. Pero ambos son causa e intervienen en el conflicto, por lo tanto, se desatiende una importante parte de solución y de prevención del problema. Obviamente me refiero al estudio y tratamiento de la víctima no sólo para corregir el “desperfecto” causado por el/la agresor o circunstancia agresora, sino lo que le ha puesto o facilitado en el rol de víctima. ))
Dice el artículo de El País que solemos asociar la manipulación con personas egoístas, retorcidas, malvadas…, y que eso nos tranquiliza. Como nos tranquilizaría el estar seguros de que esa persona bien trajeada que camina hacia nosotros en una calle solitaria es una buena gente. Sin embargo, las tres ocasiones en que he sido víctima de un robo no lo fui por personas descamisadas, ni sucias ni de mala apariencia. Y me ha traido a la memoria la similitud en la reacción que suele tenerse. La primera es de desorientación, de descreimiento, de .. qué ha pasado?, no es posible!.
Llama la atención también acerca de los disfraces que insospechadamente se dan, “..incluso una actitud victimista”.
Lo que encuentro en común en toda la bibliografía revisada es algo que a su vez encuentro detrás de la mayoría, (evito generalizar) de las conductas que traen/nos traen problemas más tarde o más temprano, miedo. Y una de las causas comunes de nuestros rechazos es precisamente el desconocimiento. El miedo a lo desconocido.
En el artículo sobre vampiros emocionales, como en otros, nos avisa de que, como en el cancer, todos potencialmente podemos desarrollarlo, falta la combinación adecuada, la falta de prevención y la falta de atajarlo a tiempo. Cita algunos hechos desencadenantes, momentos de inflexión en una vida, un acontecimiento vital que nos mantiene en una sensación de pérdida, de desorientación, de una claridad de horizonte, a veces de un rechazo sentimental y curiosamente a veces del propio rechazo sentimental de aquellos que nos han puesto en esa situación, pueden desencadenar en nosotros la tentación de entrar en ese juego de poder, hipnotizados por el beneficio que suponemos alcanza el que lo inició.
Nos habla de una pérdida de confianza en nuestra eficiencia y yo observo que en ocasiones, precisamente esa engañosa eficiencia que aún puede reconocerse la víctima, la anima a echar el pulso.
Cita el temor, la obligación y la culpa como condiciones que hacen efectivo el chantaje, pero, como se cita por otros autores, es un componente añadido, el placer intermitente, el que sella, el que mantiene fortalecido el enganche y el que dificulta la toma de conciencia.
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De: talvez |
Enviado: 17/10/2010 04:05 |
Sigo con el artículo de El País (nota: el texto en azul y cursiva no pertenecen al artículo, son mis comentarios)
Juegos de dominación
“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano” (Voltaire)
La manipulación se utiliza para ganar poder en una relación. Con diferentes tácticas se intenta tocar los puntos débiles del otro. Para que resulte efectivo, el chantaje emocional debe producir una mezcla de temor, obligación y culpa, a fin de que la pareja acabe sucumbiendo a las propias expectativas. Para ello se suelen emplear estrategias como:
• El castigo. Se amenaza, de manera más o menos directa o implícita, con que si no se realiza lo que uno desea tendrá consecuencias negativas.
• El autocastigo. En este caso, la amenaza consiste en dañarse uno mismo para hacer sentir culpable al otro. Como, por ejemplo, diciendo: “Si tú no me quieres, la vida no tiene sentido para mí”.
• El silencio. Supone una manera de mostrar el enfado. El otro, a menudo siente que sólo cediendo logrará mejorar el clima de la relación.
• El victimismo. Implica una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpa. Como, por ejemplo: “Si no vienes a verme, estaré solo todo el día”.
• La culpa. Se utilizan reproches o comentarios críticos para que alguien se sienta culpable y así corrija su actitud o su comportamiento.
. Las promesas. Se ofrecen promesas maravillosas que, por ser poco realistas, rara vez se acaban cumpliendo: “Si me das otra oportunidad, te prometo que cambiaré y seremos de nuevo felices”.
• Dar para recibir. Se ofrecen ayudas o favores como un modo de atar a la otra persona y favorecer su sumisión.
(Aquí es importante la historia anterior de la “víctima” , tanto de circunstancias como de personalidad, carácter... Su situación, su integridad, fabulaciones, experiencias, ambiciones, madurez, recursos…)
Un fenómeno relacional
“La persona que domina, explota y lastima es tan dependiente como la persona sumisa. Ninguna de las dos puede vivir sin la otra”. (Erich Fromm)
A menudo, los chantajes se producen en las dos direcciones. Es decir, cada persona intenta controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación. Se trata de una lucha por el poder que puede dar lugar a escaladas de agresiones cada vez más intensas y despiadadas. El peligro es que si se escucha únicamente a una de las partes, se puede incurrir fácilmente en una visión parcial del conflicto, pues cada persona interpreta y sufre la conducta del otro como una ruin manipulación, pero es incapaz de reconocer sus propios instrumentos de chantaje emocional.
(De nuevo pesa la historia de vida del sujeto, sus hábitos de afrontamiento, cómo ha manejado otras situaciones, cuanto uso probablemente inconsciente ha hecho de estrategias de manipulación)
Otras veces, la manipulación es unilateral: uno de los miembros de la pareja somete al otro desde una posición de superioridad. En tales circunstancias, el riesgo reside en que aumente paulatinamente la diferencia y el desequilibrio en la relación. Quien ostenta el poder puede sentirse cada vez más superior y con mayor control sobre la situación, mientras que la otra persona queda relegada a una posición más débil y de mayor supeditación.
Detectar la manipulación
“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros” (Hermann Hesse)
Se exprese mediante palabras, actitudes o gestos, el mensaje manipulador suele ser vivido con una sensación de amenaza o exigencia. Por ello, una buena fórmula para detectarlo consiste en estar atento a las propias sensaciones y sentimientos ante los mensajes que se reciben.
( El problema es que a veces , cuando lo detectamos, nos esforzamos en deshacerlo, quizá bienintencionadamente, quizá pensando en que es producto de nuestros “miedos”, dirigimos la atención en desmontar lo amenazante, en lugar de darles la interpretación de aviso. Sabemos que el miedo no es malo en sí mismo, a él le debemos nuestra supervivencia. Lo difícil es discriminar cuando es un miedo enfermizo y cuando es util. Y en este caso, con mucha probabilidad, la víctima , precisamente porque ya lo es, prefiere pensar que es enfermizo.)
En general, la manipulación provoca un sentimiento de estar ante una situación que no tiene fácil salida. Acceder a la demanda, a menudo implica renunciar a lo que uno desea o incluso necesita hacer, mientras que si se responde con una negativa pueden aparecer perturbadores sentimientos de culpa, o bien un temor a ser rechazado o a que la otra persona reaccione de manera airada o con actitud despectiva.
(Claro, siempre hay que decidir, no es posible servir a dos amos, estar en misa y repicar la procesión)
Es muy importante diferenciar entre una petición y una exigencia. Pedir implica otorgar la libertad al otro para elegir entre satisfacer o no la solicitud, teniendo en cuenta su opinión. En cambio, al exigir no se proporciona tal alternativa y se ignoran los sentimientos y las necesidades de la otra persona.
Aprender a realizar esta distinción entre pedir y exigir ayudará a reconocer cuándo se es objeto de una manipulación o cuándo uno mismo la utiliza como vía indirecta para conseguir aquello que desea.
(Una difícil distinción cuando se disfraza de petición y sólo se reconoce que se trataba de una exigencia cuando ya la represalia ha llegado )
Salir del juego
“La persona más poderosa es aquella que es dueña de sí misma” (Séneca)
Los juegos de dominación más intrincados implican un mensaje doble o ambivalente. Es decir, lo que se expresa no concuerda con el tono que se utiliza, o detrás de una petición legítima se esconden fines subterráneos que responden a intereses personales. Por ejemplo, una persona le dice a la otra: “No hace falta que vengas. Tienes mucho trabajo, y, total, siempre me las arreglo solo”.
(Y cuántas veces el rol de víctima es sostenido precisamente porque …también existen esos “fines subterráneos”)
Un buen modo de desmontar las trampas manipuladoras es hacer explícito el juego. Resulta útil poner en palabras todo aquello que se está expresando de manera indirecta, o a través de mensajes vagos, confusos y contradictorios. Así, en el ejemplo anterior se puede contestar: “Me siento dividido. Por una parte, me dices que no hace falta que te ayude, pero, por otra, siento que si no lo hago puedes enfadarte”.
(Pero el/la manipulador/a también aprende y si le hacen explícito, a veces con sólo apuntar lo que tan laboriosamente se ha ocupado en difuminar, la reacción no se hará esperar… de forma quizá también …difuminada)
Tanto en la vida de pareja como en general en todo tipo de relaciones es crucial una comunicación clara y honesta que permita aclarar las situaciones ambiguas. El juego de manipulación deja de tener poder sobre uno mismo cuando se reconoce como tal. Y aludir a los propios sentimientos o sensaciones resulta mucho más eficaz que emplear un tono acusador, que suele generar más barreras y reacciones defensivas en vez de mayor comprensión.
Preservar la relación
“El amor no es sólo un sentimiento. Es también un arte” (Balzac)
Platón definía la política como el arte de vivir en sociedad. La pareja es una comunidad de dos personas en la que puede darse tanto una lucha encarnizada por el poder como una pugna soterrada de control y subyugación. Pero también es posible construir una relación con una política democrática y solidaria, basada en el respeto y la comprensión mutuos.
Ambos miembros de la pareja pueden decidir deponer sus armas manipuladoras y ayudarse mutuamente a reconocer con lucidez y humor cuándo ponen en marcha este tipo de artimañas. En todo caso, cada persona decide si hacer de la pareja un campo de batalla o un lugar de encuentro y de cooperación que aporte riqueza a ambos.
( Y siii, a su vez, esta es otra de las trampas porque es precisamente otra de las continuas promesas )
y me trae a la memoria un chiste que me contaron ... "prometer hasta meter .. y después de metido, nada de lo prometido ", por eso más vale, de verdad, ser prudente, que parecerlo a la gente
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De: talvez |
Enviado: 21/01/2011 23:28 |
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De: talvez |
Enviado: 07/11/2010 07:51 |
Los agresores pueden engrandecerse a costa de rebajar a los demás, y evitar cualquier conflicto interior o cualquier estado de ánimo al descargar sobre el otro la responsabilidad de lo que no funciona. Si no hay culpa, no hay sufrimiento.
La perversión fascina, seduce y da miedo.
Los pequeños actos perversos son tan cotidianos que parecen normales. Empiezan con una sencilla falta de respeto, con una mentira o con manipulación.
El mensaje no confesado es "No te quiero", pero se oculta PARA QUE EL OTRO NO SE MARCHE.
El otro debe permanecer para ser frustrado permanentemente. Al mismo tiempo , hay que impedir que piense para que no tome conciencia del proceso .
Cuando un individuo perverso entra en un grupo, tiende A REUNIR A SU ALREDEDOR A SUS MIEMBROS MÁS DÓCILES CON LA IDEA DE SEDUCIRLOS. Si un individuo se niega a alistarse, el grupo lo rechaza y lo convierte en chivo expiatorio.
De este modo , entre los miembros del grupo, se crea una relación social en torno a la crítica común de la persona aislada, y en torno a los cotilleos y los chismes. En este punto , el grupo ya se halla bajo la influencia del perverso e imita su cinismo y su falta de respeto. No se puede decir que estos individuos hayan perdido todo sentido moral, pero, al depender de una persona sin escrúpulos , han perdido todo sentido crítico.
La conducta perversa no incluye únicamente una persecución del poder sino también y sobre todo una utilización del otro como si fuese un objeto , o una marioneta, algo que al perverso le produce un gran placer.
Resulta asombrosa su ilimitada animadversión, que suele provenir de motivos fútiles, y no tiene ninguna compasión de las personas que se encuentran acorraladas en situaciones insoportables.
La seducción perversa utiliza el instinto protector del otro. Es una seducción narcisista: busca en el otro un único objeto de fascinación, a saber, la imagen amable que tiene del seductor. Por medio de esa seducción de una sola dirección, el perverso narcisista procura fascinar sin que lo descubran.
El poder del seductor hace que la víctima se mantenga en la relación de dominación de un modo dependiente, mostrando su consentimiento y su adhesión. Eventualmente, esto trae consigo amenazas veladas o intimidaciones. El seductor trata de debilitar para transferir mejor sus ideas. Hacer que el otro acepte algo por coacción supone admitir que no se considera al otro como a un igual. ( ejemplo: encerronas).
Así, el dominador puede llegar a apropiarse de la mente de la víctima, igual que en un verdadero lavado de cerebro. Entre los trastornos que pueden implicar trastornos de la personalidad, la clasificación internacional de las enfermedades mentales tiene en cuenta a los sujetos que se han visto sometidos durante mucho tiempo a maniobras de persuasión coercitiva tales como el lavado de cerebro, el encauzamiento ideológico o el adoctrinamiento en cautividad.
El dominio se manifiesta en el ámbito de las relaciones y consiste en una dominación intelectual o moral que atestigua el ascendente o la influencia de un individuo sobre otro.
La víctima pierde poco a poco su resistencia. Pierde toda opción de criticar. En ningún caso se trata de un consentimiento por su parte, sino que ha quedado cosificada, se ha vuelto incapaz de tener un pensamiento propio y sólo puede pensar igual que su agresor.
La estrategia perversa no aspira a destruir al otro inmediatamente. Lo importante es conservar el poder y controlar. Su víctima no es más que un objeto que no debe abandonar su posición de objeto, un objeto que se puede utilizar, y no un sujeto interactivo.
El perverso se presenta al observador con un aire de perfecta inocencia. Pero, dado que un perverso da muy poco y pide mucho, se pone en marcha un chantaje implícito "Si me muestro más dócil terminará por apreciarme o amarme".
La manifestación de una búsqueda de amor y de reconocimiento desencadena su odio y su sadismo.
La fase de dominio es un periodo en que la víctima permanece relativamente tranquila siempre y cuando se muestre dócil, es decir, si se deja captar en la tela de araña de la dependencia.
Durante esta fase, el agresor mantiene a la víctima en tensión, en un estado de estrés permanente. En general los observadores externos no perciben el dominio. Se puede iniciar así un proceso de aislamiento. El entorno empieza a ver a la víctima como una persona desabrida, quejumbrosa, y obsesiva.
En cualquier caso , ha perdido su espontaneidad. La gente no termina de comprender qué ocurre , pero se ve arrastrada a juzgar negativamente a la víctima.
El proceso adopta, por tanto, un modo particular de comunicación que se basa en las actitudes paradójicas, las mentiras, el sarcasmo, la burla y el desprecio.
La comunicación se deforma con objeto de utilizar al otro. Para que siga sin comprender nada del proceso que se ha iniciado y para confundirlo todavía más , hay que manipularlo verbalmente. Arrojar confusión sobre las informaciones reales es esencial cuando hay que lograr que la víctima se vuelva impotente.
Marie-France Hirigoyen ( El Acoso Moral)
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De: talvez |
Enviado: 14/11/2010 06:56 |
Si no hay culpa, no hay sufrimiento.
Cuando uno observa el comportamiento que pueden llegar a tener unas personas de apariencia tan inocente, el deterioro que en otras pueden llegar a causar, cuesta entenderlo, pero la explicación precede este comentario.
M. F. Irigoyen dice que “La conducta perversa no incluye únicamente una persecución del poder sino también y sobre todo una utilización del otro como si fuese un objeto , o una marioneta..” , pero es que es una manifestación de poder, que otro baile (marioneta) como nosotros de alguna forma tenemos previsto, es un poder que tenemos de provocar la conducta de un otro . Creo que lo que viene a decir es que no siempre busca el poder de someter de forma agresiva, y obviamente así es porque existe siempre una primera etapa de seducción en la que la agresividad está completamente contenida. Su disfrute consiste en obtener simplemente la respuesta que busca y prevé en el otro.
Una de las características de estos perversos manipuladores que además provoca gran desorientación en la víctima ( con lo que se acrecienta el poder sobre ella ) es esos “motivos fútiles” que pueden servirle de excusa para un alejamiento o para cualquier exagerada reacción que cree malestar en la víctima, que , teniendo en cuenta las primeras etapas de seducción en las que aparecía como ferviente y apasionado devoto, queda sorprendida por este repentino rechazo sin un aparente motivo. Tiene su sentido. O “cae en la cuenta” de que hay gato encerrado o .. cae en la trampa de “buscar en sí misma “ la gravedad de la falta en que incurrió y que, para ella, en principio carecía de valor.
“ y no tiene ninguna compasión de las personas que se encuentran acorraladas…” No puede tenerla ya que esa situación es la que le permite sobrevivir, debe mantener el castigo porque debe mantener la posición que las mantiene culpables, de forma que “…Si no hay culpa, no hay sufrimiento.”.
Tiene un objetivo que lo es por la excitación que le produce su logro y para ello necesita de toda su atenci´n que a su vez le permite “dentenderse” “des-apercibirse” del dolor ajeno.
“ ..busca el instinto protector del otro ..” Para eso ha necesitado en su primera fase mostrarse realmente “dependiente” “indefenso” “agradecido” a la víctima, despertando en ella su instinto maternal
Cuando hablamos de “apropiarse de la mente de la víctima “ nos ponemos en situación de manipulación desagradable, torturadora, asunción por miedo, sin embargo todos sabemos de otros lavados de cerebro, hay otra forma de llevar al burro por la vereda, con la zanahoria delante y muchas caricias. Las alabanzas desproporcionadas a una persona sensible a las mismas, creará en la misma la necesidad de agradar a quien se las depara… para garantizarse las mismas, hasta el punto de mimetizar al manipulador y cualquier cosa por la que haya mostrado atracción para ser de su total agrado.
El juego de la marioneta se evidencia cuando la víctima va mostrando aquellas características hacia las que el manipulador sucesivamente ha ido mostrando su aprecio.
Pedir mucho y dar poco es algo que nos suele alertar , sin embargo la forma que el manipulador tiene de introducir esta demanda, como una dependencia (debilidad) por algo que la víctima tiene, provoca en esta una sensación de “poder” ( de la que estaba muy carente) que necesita demostrar “dando”.
El poder que llega a ejercer sobre la víctima no sólo se traduce en la conducta que la hace desarrollar, en la dependencia que en ella provoca sino en toda la maraña de contradicciones en las que se va a ver envuelta y con las que tendrá que lidiar, justificando en sí misma todo aquello que, “sin darse cuenta” está asumiendo sin que estuviera en sus primeros planes. Pero hemos llegado a la fase de dominio y debe mantenerse dócil para seguir disfrutando de la serenidad y placidez que le había “regalado” el encuentro.
Ya la distancia entre su ser “anterior a” y su actualidad, y la distancia entre la percepción del manipulador de la primera fase y la de ahora se ha agrandado y se encuentra que ha sido mucha la inversión para perder ahora lo prometido que , por otro lado, ya da muestras de estar igualmente alejado.
Esta situación no resulta satisfactoria para una víctima que había visto la relación como la oportunidad de su vida, y se está cuestionando su propia conducta; la disonancia cognitiva está produciendo sus efectos y añade un malestar al que el manipulador está ya creándole con su nueva actitud.
Reflejaba la psicóloga C. Travis en su conferencia que “ la disonancia es especialmente dolorosa y punzante cuando amenaza un elemento importante del concepto que tenemos de nosotros mismos”…se hace necesario “…justifican las cosas malas que hacen para mantener intacta su convicción d e ser buenas personas “. Cómo justificar todos esos “pequeños” derrapes, y girones que se han ido haciendo en nuestra piel y en la de otros que se podían interponer en nuestro camino??, tal vez buscando un fin que justifique los medios. La ambición, el estatus, bienes materiales??, no, el amor, la necesidad a veces de seguir siendo maternal con ese ser que te maneja otras aceptando que uno es tan débil que el amor le hace depender de él. Esos motivos nos dejarían tranquilos para seguir actuando como suponemos nos conviene acallando cualquier duda.
En uno de los artículos anteriores se dice también
“A menudo, los chantajes se producen en las dos direcciones. Es decir, cada persona intenta controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación. Se trata de una lucha por el poder que puede dar lugar a escaladas de agresiones cada vez más intensas y despiadadas. El peligro es que si se escucha únicamente a una de las partes, se puede incurrir fácilmente en una visión parcial del conflicto”
“El potencial para convertirse en chantajista aumenta en forma súbita a medida que los miedos se acumulan en la vida de esa persona. Verán con cuanta facilidad ciertos hechos desencadenantes, como el rechazo sentimental por parte de otra persona, la pérdida de un trabajo, un divorcio, el retiro de la vida laboral o una enfermedad pueden convertir en chantajista a alguien de nuestro entorno inmediato”
Y este es el momento en que puede darse esa duplicidad de “chantajismo”, es decir, si uno siente que ha invertido y contado demasiado con…, hecho demasiados planes contando con… , y encuentra que todo puede convertirse en una mala jugada de banca, puede haber desarrollado el “germen” e intentar devolver la pelota utilizando su misma arma. Pero para poder utilizarla ha de volver a tenerlo a su disposición como lo tuvo en aquella época de feliz recuerdo y , de nuevo …” se pone en marcha un chantaje implícito "Si me muestro más dócil terminará por apreciarme o amarme” “. Una rueda sin fin. Parecido a una preciosa melodía, pero de muy distinto significado.
Resulta curioso que quienes han observado todo el proceso y lo “identifican”, sin embargo se resistan a reconocerse como otra víctima más. En esta resistencia debe tener un peso razonable las características personales de las supuestas víctimas y los motivos por los que se mantienen al lado del /la manipulador/a.
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