El amor espera día y noche. Se siente agradecido cuando puede compartir. El ego es incapaz de esperar.
El ego siempre vela por sus intereses. Acude sólo si con ello cumple algún propósito. El amor, en cambio, es inmotivado: amar es su propia recompensa. Aún recibiendo heridas es feliz el amor. En cambio, el ego, recibiendo "algo" no está contento: siempre desea más.
El ego es un eterno mendigo, siempre demandando más. El amor, en cambio, es un rey, un emperador.
¿Existe acaso un rey más grande que el amor?
-Autor desconocido