Bueno, hace mucho, mucho tiempo, en un lugar distante de aquí, en un lugar donde todo es perfecto, donde todo es armonioso, donde la verdadera armonía transmite paz, y donde la paz manifiesta la Perfección del Reino, un Ángel estaba mirando la Tierra, y miraba en una pantalla universal todos los actos que se hacen aquí.

Y a lo largo de los años, él veía cómo los hombres perdían su tiempo cuando solamente tenían un poco del tiempo cronológico que tienen, para manifestar eso que en su reino se hace todos los días, porque ahí se vive el eterno presente, y en el eterno presente, están todas esas virtudes que les acabo de decir.

El Ángel veía que pasaba todos los años y era lo mismo. Once meses peleando y luchando contra sí, la criatura del tercer planeta, un solo mes haciendo como especie de un teatro, para hacer sentir bien a la gente y a la misma sociedad.

El Ángel no entendía y dentro de sí hizo una pregunta a su Padre, y el Padre se le presentó, y le dijo:

¿Por qué estás triste, Ángel mío? ¿No ves que Mi Reino es Perfecto? ¿No estás a gusto aquí? ¿No ves a tus hermanos que son felices en irradiar la Luz que Yo soy?

Y el Ángel le contestó: Padre es que veo un planeta allá abajo, de un sistema solar muy lejano, donde las criaturas no te conocen; porque tienen que buscar pretextos para reconciliarse, pretextos para amarse, pretextos para pedir perdón, pretextos para sentirse bien consigo mismos, pretextos para tocar y sentir afecto de otros.

Y el Padre le dijo: ¿Por qué piensas así?

Padre, es que he visto que a lo largo de un tiempo. Los hombres luchan y pelean consigo mismos, hay como una batalla, donde todos los días se esfuerzan por pisar al otro. Parece que no tuvieran confianza en sí, ni consigo mismo, ni tampoco te pueden encontrar dentro del corazón, sabiendo que Tú estás allí, sabiendo que si Tú irradias a través de ese corazón. Ésto que nosotros vivimos aquí de perfecto y de armonioso y de bello, ellos también lo pudieran vivir.

Y el Padre le dijo: Es que ellos, mis criaturas del Tercer Planeta, están apenas gateando, apenas están saliendo a la Luz, ellos tienen que vivir procesos muy largos en su tiempo, porque ellos todavía tienen la unidad de tiempo y espacio que no tenemos aquí, porque aquí se vive el eterno presente que Yo mismo Soy. Entonces Yo dirijo todas las acciones de ustedes los Ángeles y de todas las criaturas celestiales de este Reino, como Yo irradio mi propio amor, Yo sostengo y mantengo el amor en ustedes, entonces todos ustedes van a sentir la misma irradiación de Mi Yo Soy, del Padre.

Y el Ángel le contestó al Padre: ¿Padre, pero qué podemos hacer nosotros por ellos para que vean Tu luz? ¿Si aquí en el Reino hay demasiada, por qué en ese planeta no la hay? ¿Si todos son iguales, son mis hermanos? Ellos también tienen la Luz igual que la tengo Yo.

Y le dijo el Padre: Es que ellos tienen una chispita que tiene que ir creciendo y alimentándola por sí mismos, tienen que vivir experiencias de dolor, de angustia, de miseria, de escasez, de sentirse completamente vacíos dentro de su cuerpo, para poderme llamar a Mí.

Y le dijo el Padre. ¿No ves cómo en el sistema solar - y le mostró el sistema solar este -, donde había un centro o una estrella y donde los planetas giraban alrededor y le decía el Padre: Mira cómo describen las órbitas o sus caminos para llegar al centro, porque ellos viven enamorados de su centro, el centro de la Luz, de ese corazón universal que se llama sistema solar. Todos los planetas buscan, encontrarse con esa Luz central, para poderse enamorar de esa luz, para poderse llenar de esa Luz y volver otra vez al círculo, e irradiar a través de toda la trayectoria, que hacen como órbitas cíclicas alrededor del sol, manifestar esa Luz y llevarla por dondequiera.

Eso debería hacer el hombre, el hombre también tiene ciclos y tiene órbitas, que describen a través del tiempo con sus experiencias, pero no van a su centro, no se enamoran de su centro, no se enamoran de su fuente, no viven enamorados, no saben lo que es el amor.

Y le dijo el Ángel: Sí, es verdad Padre, es verdad que nosotros describimos ese ciclo, pero ellos están ciegos, necesitan Luz, Luz para poder ver que la Luz está en el corazón, para poderse sentir enamorados de Ti y poder describir alrededor de toda la experiencia de la vida, esa Luz que pueden llevar a través del camino, e iluminar a otros, así como lo hacen los planetas.

Y le dijo el Padre: Sí pero para llevar ese camino necesitan una guía, necesitan alguien que les ilumine un sendero, y ellos mismos lo han pedido esa Luz, y Yo solamente estoy esperando de que eso se haga.

Le dijo el Ángel: déjame ir, Yo..., Yo me ofrezco para ser la Luz, la Luz de ese mundo, Yo me ofrezco para ser la guía, para enseñarles desde cero; no importa, yo permitiré sacrificar mis alas, que son las que te enamoran a ti para darte la Luz para que brilles más. Yo ofreceré ese sacrificio por ellos.

Y le dijo el Padre: ¿Sabes lo que pides? ¿Sabes lo que pides, estás pidiendo una renuncia de tu luz?

Dijo: Padre, no importa, yo al negarme la Luz aquí en tu Reino, voy a traer muchísimas Luces como yo de ese Reino que es tan oscuro.

Y el Padre bajó la cabeza, pensó un poquito y le dijo: está bien, te voy a dejar ir, ve y busca la Estrella de la mañana.

Y le dijo el Ángel: ¿Qué es la Estrella de la mañana? Tú sabrás cuando llegues a la Tierra, por sentimiento la encontrarás.

Y el Ángel le pidió una cosa: Que si le permitía bajar con su Alma Gemela.

Le dijo el Padre: Sea hecho como está dicho.

Y el Ángel bajó a la Tierra, y en su medida que bajaba al Planeta Azul del sistema solar, irradiaba a todas las constelaciones, las nebulosas, las estrellas, para llenarse de la Luz de sus compañeros, para poder traer más Luz a este mundo.