No olvidemos que después de Dios, sólo tenemos el amor de nuestra madre. Si aún conservas a tu madre, venérala como un ángel, y si ella te lastima perdónala, pero jamás la señales, jamás la ofendas, jamás la desprecies, ni te avergüences, jamas la apartes de ti, porque el llanto de remordimiento que has de llorar, ese es en verdad el llanto más amargo
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