Hoy tomo tiempo para cerrar los ojos y percibir el mundo de Dios a mi alrededor. Presto atención al canto de los pájaros y al susurro de la brisa entre los árboles. Es maravilloso apreciar de nuevo sonidos que tal vez haya pasado por alto. Al continuar observando en silencio, noto mi respiración y siento el latido de mi corazón.

Permanezco en un estado receptivo, y escucho. Me vuelvo consciente del silbo apacible y delicado que susurra en mí. Bien sea que lo llame Dios, lo Divino o mi Ser más elevado —reconozco mi vínculo con el Espíritu. Puede que haya ignorado este susurro interno en el pasado, mas en este momento, siento gratitud por la claridad y el solaz que me brinda. Determino pasar más tiempo escuchando y prestando atención a la voz de la Verdad.

A veces, dudo orar por paciencia porque tal vez crea que, si lo hago, cada persona o acontecimiento se tornará incómodo y apremiante para mí. ¡Por seguro tendré muchas oportunidades para practicar la paciencia!

Sin embargo, quiero utilizar la reserva profunda de paz que mora en mi alma. Sé que tengo la habilidad para permitir que los acontecimientos se desarrollen en orden perfecto, sin apresurar nada. Permito que los demás sean plenamente quienes son.

Al mantener la atención en mi identidad divina, mantengo mi temperamento sosegado y afirmo el bien en toda situación. Gracias a la paz de Dios, espero pacientemente mi mayor comprensión.

Si me preguntara quienes ríen con más facilidad, indudablemente, la respuesta sería: ¡los niños! Quizás por eso Jesús dijo que nadie puede tener una verdadera experiencia espiritual si no somos como los niños.

Cuando él dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí … porque el reino de los cielos es de los que son como ellos”, él podría haber estado hablando a cada alma necesitada de alegría.

La risa eleva mi corazón, abre mi mente y permite que mi alma esté receptiva a nueva guía y dirección espiritual. Reír me hace ameno, flexible y aligera mi carga. La risa es verdaderamente una expresión del reino de los cielos. No importa lo que esté sucediendo en mi vida, ¡tomo tiempo para reír! Mi corazón contento expresa su alegría mediante alabanzas.

Un artista crea profundidad en una pintura utilizando la perspectiva visual, haciendo que los objetos pequeños parezcan más distantes. En el lienzo de mi vida, las circunstancias difíciles parecen grandes en primer plano. Sin embargo, cuando las pongo en perspectiva, su influencia disminuye.

Logro perspectiva con fe en que todas las cosas obran juntas para bien, y con gratitud porque cada reto es una oportunidad para crecer en conciencia espiritual. Tengo un propósito más elevado que simplemente resolver las frustraciones de la vida. Ver la imagen más grande de mi vida aminora los retos y expande las maravillas. Con fe y gratitud, mantengo todo en perspectiva espiritual.

El mundo natural es una expresión hermosa de la abundancia de Dios. Las plantas, los animales, los mares, el cielo y el sol todas son expresiones multicolores de abundancia y belleza del mundo.

La abundancia es también mi estado natural. Puede que sienta estrés en mi vida personal, pero recuerdo que aun en medio de las preocupaciones, el bien está presente. No permito que condiciones temporales me aparten de lo que sé que es verdad.

Al reconocer este bien subyacente en mi vida, comienzo a sentir paz. Desde esta perspectiva, aprecio muchas bendiciones por las cuales he de sentir agradecimiento. Celebro la evidencia del bien de Dios en mí y a mi alrededor.

Hoy hace cincuenta años que dos astronautas americanos se convirtieron en los primeros en caminar sobre la luna. Neil Armstrong lo llamó “un salto gigante para la humanidad” a medida que dejaba sus huellas en la superficie de la luna.

¿Cuáles son las huellas que dejo a medida que paso por mi existencia humana? ¿Podría dar algún salto para la humanidad? ¿Son mis esfuerzos por amor, perdón y compasión un sendero para otros hacia una mayor conciencia?

Al celebrar este día en la historia, elijo creer que cada paso que doy es importante. Cada paso puede acercarme a vivir partiendo de un estado mental espiritual, más cerca de una sensación de mi unidad con Dios. Hoy, según prosigo, doy pasos para servir a la humanidad.