Estaban para merendar una tarde cier-
to letradillo y su mujer, que por pare-
cerle poco pedazo de hombre, había ella
buscado por la vecindad otro para sus
necesidades. Tenían, pues para meren-
dar una empanada de venado con sus
lonjillas y mechas de tocino por dentro.
En abriendo la empanada, luego le dió
antojo a la señora de entregarse en el
tocino. Pidióselo al marido, que como no
tuviese gana de dárselo, llevándola por lo
filósofo, la dijó:
-Mirad, señora que no hay cosa más
fea en la naturaleza que comer carne un ani-
mal la carne de otro de su especie, quiero
decir que el perro no come carne de otro
perro, ni el caballo de otro caballo;
y así no será bien que vos comáis carne
de puerco, por lo que teneis de puerca.
Respondió la mujer:
-A esa cuenta, señor bien podéis dejar la
empanada; que tampoco vos podéis comer
carne de venado.
Gaspar L. Hidalgo (1560 - 1612 )