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General: Llanto por los heroes
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Respuesta  Mensaje 1 de 8 en el tema 
De: Duna  (Mensaje original) Enviado: 26/07/2009 09:21

Llanto por los héroes

A ellos no les gusta que los consideren bomberos de élite, porque son, dicen, hombres y mujeres como los demás, y nadie es más fuerte que un incendio forestal descontrolado. Esa trágica verdad se ha llevado esta semana la vida de cinco miembros de los GRAF, la unidad especial contra el fuego en el bosque. También los mejores caen.

GRAF, bomberos de élite de la Generalitat.
GRAF, bomberos de élite de la Generalitat.
Bombers de la Generalitat Foto: JOAN PUIG
Bombers de la Generalitat Foto: JOAN PUIG
Por Mayka Navarro

En las últimas cuatro décadas, el cura Josep Lluís Fernández ha oficiado los entierros de 40 bomberos muertos en Catalunya en acto de servicio. Al “páter”, como le conocen, le duele hasta el más recóndito rincón del alma por una lista que esta semana se ha ampliado con los cinco bomberos de la Generalitat a los que el fuego venció en el fondo de un barranco del parque natural de Els
Ports, en la Terra Alta.
Hace un año y medio, el capellán de los bomberos bautizó a Pau, el primer hijo de Ramón Espinet, el mayor, a sus 47 años, de los cinco fallecidos. El viernes, el cura regresó a la pequeña iglesia de Palau d’Anglesola (Pla d’Urgell) para oficiar junto al rector de la parroquia el entierro de Espinet. Hace años, el párroco y el bombero estuvieron juntos en Camerún, en un proyecto humanitario que perdura y que dotó de un hospital a una de las zonas más pobres del país.
Nadie de los que le conocían bien creía que Espinet fuera capaz de dejar el cuerpo de bomberos, en el que llevaba más de 20 años trabajando. Y eso que en algún momento la irrupción del pequeño Pau en su vida le animó a planteárselo. “No conozco a nadie que haya sido capaz de abandonar este oficio”, cuenta un veterano de Barcelona. Tira demasiado, engancha, atrapa, devora y se pega como ese intenso olor amargo que todo lo impregna tras un fuego recién apagado. Ser bombero se convierte en una vocación, en una forma de vivir.
Y los cinco fallecidos de Horta de Sant Joan habían escogido, además, la especialización en la extinción del fuego forestal. Pertenecían a lo que algunos han bautizado estos días como “la élite” de los Bomberos de la Generalitat. Eran miembros de los GRAF (Grups de Recolzament d’Actuació Forestal). A ellos no les gusta que les definan como la élite de nada, ni de nadie.

Pasar miedo
Los GRAF, como el resto de sus compañeros, son bomberos y bomberas de carne y hueso; y como se ha visto esta semana, a pesar de su gran preparación, oficio y especialización, también mueren como los demás. En realidad, nadie es un héroe frente al fuego. Frente a las llamas descontroladas de un bosque ardiendo, los bomberos son profesionales que en ocasiones pasan miedo y que el martes lavaron con lágrimas sus caras pintadas del negro tizón de las cenizas de un monte muerto.
Hasta esta semana nunca había muerto un GRAF. El que fuera conseller de Interior, Xavier Pomés, encargó el proyecto de su creación tras los destructivos incendios que en el verano del 1998 arrasaron la Catalunya central. Se trataba de variar la estrategia de extinción de los grandes fuegos forestales aplicando el sentido común después de comprobar como, con una meteorología adversa, es imposible combatir el fuego solo con los procedimientos tradicionales: el agua y las unidades humanas y aéreas. La potencia energética y la capacidad devastadora de algunos frentes de fuego convierte algunos incendios en imparables. La clave, que en su día detalló Pomés en el Parlament, radicaba en desactivar el combustible del bosque y en efectuar quemas selectivas de sotobosque, siempre bajo control. En otras palabras, la Generalitat creaba un cuerpo que atacaría el fuego con fuego. Unos bomberos que en los grandes incendios se adelantarían al frente de llamas para destruir con fuegos controlados el combustible que los incendios necesitan para avanzar. Sin combustible, las llamas se frenan, no crecen, se debilitan, y solo así se les puede ganar.
Una teoría llena de sentido común pero de gran complejidad y peligrosa puesta en práctica. No se trata de llegar y quemar. Había que teorizar y saber cómo, dónde y qué se quemaba.
Por entonces, en 1999, Marc Castellnou apenas tenía 27 años y la misma cara de niño bueno y tímido con la que ahora recorre los foros universitarios y científicos más importantes del mundo explicando cómo trabajan los Bomberos de la Generalitat. El entonces joven ingeniero forestal pertenecía a la hornada de ingenieros formada en la Universitat de Lleida y en el Centre Tecnològic Forestal de Solsona. Castellnou completó estudios en Estados Unidos y Canadá, donde descubrió la aplicación de la tecnología en la lucha contra los grandes fuegos. Él fue el encargado de crear los GRAF y 10 años después sigue al frente. Este mes, Castellnou estaba exultante; en octubre la Universidad de Idaho le nombrará doctor Honoris Causa por su aportación a la lucha contra los incendios forestales. El martes aparcó su alegría.
Los GRAF empezaron con los sofisticados programas de simulación de la evolución de un incendio y que permiten, a partir de una programación con datos sobre las variables meteorológicas y forestales, observar cuándo el fuego se va a escapar de las manos y cuándo se hace necesario atacar el combustible que lo va a alimentar en lugar de enfrentarse de manera directa a las llamas.
Ahora empiezan a experimentar con cámaras de infrarrojos que detectan cualquier punto de calor. E incluso ya prueban el uso de satélites para alertar de la existencia de incendios aunque, de momento, estos solo funcionan con superficies que arden de media hectárea y en Catalunya solo serán efectivas cuando estos satélites avisen, en cinco minutos, de fuegos de escasos metros cuadrados. Los GRAF son, en definitiva, bomberos de laboratorio y ordenador que, vestidos de amarillo y armados con palas, azadas y gasolina, aparecen en los incendios para plantar cara sin agua.
Durante los meses de menos riesgo, se entrenan y preparan maniobras de gran precisión. En los últimos años, los GRAF irrumpen en las zonas de imposible acceso colgados de un helicóptero o en vehículos de montaña adaptados especialmente para ellos, como el que usaron el martes para llegar al barranco Dels Covards.
El grupo llegó a la zona conocida como el pinar de Don Pedro en un pick up y uno de ellos, el llamado vigía, se quedó al volante. Los bomberos se adentraron en busca del frente de llamas que en ese momento, hacia las tres de la tarde, estaba adormecido ante la ausencia de viento. Cuatro se metieron en el bosque y empezaron a cortar árboles y a limpiar maleza para realizar un cortafuego.
De repente, el viento de garbí pasó de cero a 60 kilómetros por hora, las llamas se reavivaron con violencia y la temperatura se disparó hasta convertir el barranco en una trampa irrespirable. Los GRAF se vieron rodeados, y la orografía, con una pared de piedra en uno de los laterales, les impidió huir. Sin salida, empezaron a narrar por radio su dramática situación, a pedir socorro.
Fueron cerca de 10 minutos inacabables, angustiosos e insoportables para los mandos y todos los que estaban conectados a la frecuencia de esa misión y que, impotentes, escuchaban a sus compañeros como suplicaban ayuda sin que nadie pudiera hacer nada para salvarles. Era imposible entrar. Son unas conversaciones grabadas que con certeza solicitará la juez que investiga la muerte de David Duaigües, de 29 años, Jordi Moré, de 41, Jaume Arpa, de 44, Pau Costa, de 31, y Ramon Espinet.
Los cinco hicieron entonces las maniobras de autoprotección que detallan sus protocolos, tantas veces ensayados. Provocaron un pequeño incendio, controlado, para limpiar de combustible una zona de seguridad con la esperanza de que frenara la violencia de las llamas que les amenazaban. Y se cubrieron bajo las mantas ignífugas para protegerse del fuego, a esperar la llegada imposible de sus colegas. “Sabían que estaban rodeados, que no podían escapar, pero no pudimos llegar, fue imposible acercarnos”, explica un responsable de los Bomberos de la Generalitat, desolado por la tragedia.

Unidos bajo la manta
El vigía, el bombero que se quedó al volante y que escuchó en directo el relato angustioso de sus compañeros desde la radio del vehículo, les esperó hasta que las llamas le sacaron de allí a manotazos de fuego, desesperado por los que dejaba atrás sin poder hacer nada para acercarse.
Cuando por fin sus compañeros pudieron acercarse, encontraron a cuatro de ellos juntos bajo la manta, como los buenos equipos que nunca se separan, porque esa es otra regla de oro del buen bombero, confiar y proteger siempre al compañero. Juntos bajo otra manta ignífuga estaban Josep Pallàs, de 36 años, y el quinto fallecido, Pau Costa, que sucumbió a sus terribles heridas el viernes por la tarde. Pertenecían al mismo grupo que los otros cuatro pero estaban algo más retrasados. El viernes por la noche, Josep Pallàs luchaba por su vida, y junto a él estaba Josep Lluís Fernández, el “páter”, que solo se separó del pie de su cama para oficiar los entierros de los otros compañeros.



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Respuesta  Mensaje 2 de 8 en el tema 
De: Duna Enviado: 26/07/2009 09:23

Respuesta  Mensaje 3 de 8 en el tema 
De: BigTour Enviado: 26/07/2009 13:56
Alguien dirá que no hay muertos de primera y de segunda. Lo respeto.
 
Pero yo no pienso así. Entregar la vida por los demás convierte a estos cinco muertos en héroes verdaderos. Y mucho más cuando esa entrega se hace en el ambito de la pura humanidad, que no es sinó la lucha contra los horrores de la propia naturaleza, incapaz de hacerla ningún otro ser vivo. Es la más sublime entrega del ser humano. Nada que ver con la gente que da su vida en un guerra (por ejemplo), donde la raiz es ya un error de humano llamado violencia. 
 
Mereixen el més gran homenatge.
 

Respuesta  Mensaje 4 de 8 en el tema 
De: Tanger Enviado: 26/07/2009 16:07

Respuesta  Mensaje 5 de 8 en el tema 
De: medusa520 Enviado: 26/07/2009 19:01

Respuesta  Mensaje 6 de 8 en el tema 
De: cascabell canario Enviado: 26/07/2009 19:05

Los bomberos muertos dejan tres hijos y otro que nacerá en dos meses


Respuesta  Mensaje 7 de 8 en el tema 
De: Bris Enviado: 26/07/2009 20:26

Respuesta  Mensaje 8 de 8 en el tema 
De: Duna Enviado: 27/07/2009 12:44
El albañil que se cae del andamio... mas que llorarle ... hay que analizar que regla de seguridad ha fallado. Siempre suele haber un responsable detrás...    Ultimamente los accidentes laborales los sufren muchos inmigrantes con contratos basura o peor aún, sin papeles.  
 
Como profesional asumo el riesgo en mi profesión y tengo muy claro la seguridad laboral para evitarlo. Si me la pego  nadie me considerada una heroina, posiblemente si una estupida por incumplir la normativa. En el caso de los bomberos, el riesgo siempre es presente y hace falta mucho valor para enfrentarse a un fuego.. Aparte no es lo mismo caerse de un andamio y morirse en el acto, que morir quemado vivo.  Para mi, los bomberos si son unos heroes. 


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