La nueva ley de financiación de RTVE ha entrado en vigor. A partir de hoy TVE no puede contratar espacios publicitarios. Y teóricamente el próximo mes de enero, cuando se cumplan los acuerdos comerciales previamente firmados, dejaremos de ver anuncios en la televisión pública. Cuesta trabajo creerlo ¿verdad? Sobre todo si pensamos que el pasado año TVE emitió nada más y nada menos que 400.000 anuncios. Los expertos calculan que la cuota de pantalla de una TVE sin publicidad aumentará un punto, gracias a que los telespectadores no tendrán que hacer zapping. Un servidor no necesita calcular nada para comprender que los 557 millones de euros que TVE ingresó en concepto de publicidad en 2008 pasarán en 2010 a los bolsillos de las televisiones privadas. Bolsillos muy necesitados, por cierto.

El lector inteligente se planteará dos cuestiones fundamentales. La primera, de dónde saldrá el dinero que hasta ahora aportaba la publicidad. Muy fácil: en el nuevo modelo de financiación el Estado pondrá 550 millones de euros, y las televisiones privadas y los operadores de telecomunicaciones aportarán respectivamente un 3% y un 0´9% de sus ingresos.

La segunda, de qué manera se rellenará el tiempo de programación que dejen libre los más de 400.000 anuncios que se dejarán de emitir. Recuerden que sólo La 1 ofrece más de 270 minutos de publicidad al día, por lo que en breve la programación diaria de la cadena deberá alargarse en casi cinco horas. Javier Pons, director de TVE, ha anunciado un plan francamente brillante para rellenar ese hueco. Una solución tan sencilla como imaginativa que nos puede dar una idea del calibre intelectual de los directivos de TVE y que consiste, no se lo pierdan, en alargar los informativos y las series. El telediario de 45 minutos pasará a tener 60, por ponerles un ejemplo. Y los 40 minutos de un capítulo de ficción se convertirán en 55 minutos, por ponerles otro. Pons no ha aclarado cómo se realizará este engorde de la programación, si añadiendo palabras a noticias y guiones, o simplemente sugiriendo a presentadores y actores que lean más despacio y ralenticen los diálogos.

"Bueeenaaaas nooocheeees, comieeeeenzaaaa la seguuuundaaaa ediiiiicioooon deeeeel Teleeeeediaaaaaariiiioooooo" dirá Pepa Bueno a cámara lenta en el arranque del informativo. Y luego nos contará las noticias con la agonizante energía del conejito chungo de Duracell. ¡Cómo no nos habremos dado cuenta antes! Con solo ralentizar unos segundos la velocidad del autocue, hace tiempo que la televisión pública podía haber prescindido de la molesta publicidad, convirtiéndose en una televisión seria, modélica, igualita que la BBC.

Con ideas tan geniales lo raro es que las televisiones privadas no se rifen a los dirigentes de nuestra TVE. Es más, yo creo que este último capítulo de la reforma-destrucción de la televisión pública insinúa cambios en la dirección del Ente. No veo claro el futuro de Pons y Fernández en una televisión rácana, sin publicidad, sin pelas. Han sido unos dignos sucesores de Carmen Caffarel, la mujer que inauguró el derribo. Así que ahora, antes de que se hunda definitivamente el chiringuito, debería ser el momento perfecto para cambiar de aires. Seguro que algunas televisiones y productoras privadas les esperan con los brazos, y los contratos, abiertos. Recuerden que el próximo año tendrán disponibles los 557 millones de euros que no ingresará la televisión pública...