Lo que nos faltaba. Una leona anda suelta y no es Esperanza Aguirre que es una gata madrileña y pelirroja -aunque se tiña de rubia la melena-, y a la que las últimas revelaciones del caso Gürtel han dejado en ropa interior por las implicaciones que señalan a su ex consejero López Viejo como uno de los estrategas de la trama de Paco Correa, don Vitto Corleone de este club donde ahora aparece de refilón el yernísimo de Aznar, Alejandro Agag, que amenaza a la prensa con enviarle a sus abogados, en un gesto de impropio de quien tiene a tantos amigos y compañeros de la boda imperial en la lista de los imputados, Correa, Bigotes y Gordon, que se sepa.
La leona no es Aguirre ni tampoco la Chacón que ayer, muy aguerrida ella, no descartaba el asalto por la fuerza del pesquero Akalarra secuestrado por los piratas somalíes. La que tenía ayer la melena leonada, o despeinada, era Soraya Sáez de Santamaría a la que se le ha desinflado el souflé del nuevo y vistoso peinado, o simplemente se le han puesto los pelos de punta ante los nuevos datos de sumario Gürtel, y los que están por salir, aunque todos saben que a Mariano todo esto se la "refanflifla".
La leona anda suelta, y tampoco se parece a Leire Pajín que, dicho está, es el vivo retrato de Fiona, la novia de Shrek. La leona está libre y se busca a este bello animal, huido de un circo, o de una finca particular, en tierras de Tarragona por donde el felino deambula perdido por los montes y bosques, disfrutando de una merecida libertad que tiene en vilo a los habitantes y los excursionistas de la zona del pantano de La Senia, por cuyas inmediaciones se dice haber visto al presuntamente fiero animal.
Y dicen los expertos en estos lances que si te encuentras con la leona no se te ocurra correr, darle la espalda, ni moverte. O sea quietos parados como una estatua de mármol, manteniendo fija la mirada a ver si la nueva Elsa de los informativos de todos los canales de televisión se cansa y se va. O se deja atisbar por las Fuerzas de Seguridad que rastrean la zona con intención de sedarla para su captura, o de matarla que es lo que haría el ex ministro de Justicia, Mariano Bermejo, conocido cazador de fortuna y sin papeles, que suele ir de montería en compañía del "caza famas" de Garzón, un mote este que dicen que le puso una alta instancia nacional al juez campeador, que se nos ha ido a pescar piratas en Somalia, a bordo de la "Perla Negra".
A la leona de Tarragona habría que dejarla en paz en un parque natural y, de paso, enviarle para que le hagan la corte y compañía a los dos leones del Congreso de los Diputados que se aburren de lo lindo en la puerta del circo nacional, atrincherado por las obras de un parking con el que Pepe Bono ha querido hacer su aportación particular a los restos del bombardeo que ahora decoran la ciudad de Madrid, de cuyo parque del Retiro nunca debió salir aquel zoo capitalino, por cuyos jardines de Cecilio Rodríguez hoy exhiben sus vistosos plumajes los pavos reales del gran pabellón municipal. El lugar ideal para albergar a la leona de Tarragona para que pequeños y mayores la puedan cuidar y admirar.