Eva María Mato Iglesias nació en Tacarigua de Mamporal, Venezuela, en 1979, de padre gallego y madre salmantina. Esta semana pidió una entrevista con este periódico porque su situación es desesperada. «No por mí, por mis hijos», afirmó en su casa de Escaleritas.
Eva tiene dos problemas: uno de salud y otro económico. Ninguno es moco de pavo. Dentro de unos días se someterá a una nueva sesión de quimioterapia, tras sufrir en julio la extirpación de su pecho derecho por un cáncer de mama. El 16 de septiembre la financiera le anunció por carta que le debía 6.922, 42 euros por incumplimientos de sus préstamos, que daba por finalizada la vía amistosa y que iniciaba un procedimiento judicial, para proceder al embargo y subasta judicial de sus bienes por falta de pago.
Eva tiene dos hijos de 10 y 7 años y en estos momentos cobra 500 y pico euros de la Prestación Canaria de Inserción (PCI). «En comida mensual gasto unos 200 euros, porque los niños cenan aquí ... En septiembre gastamos 400 y pico en los libros y me quedé con 50 euros, gracias a que nos regalaron una compra».
Ella cuenta su historia. A los 9 años se trasladó con su familia a un pueblo de Pontevedra. Allí, en 1998, con 19 años, se quedó embarazada de su hijo mayor. «Él no se quiso hacer responsable. Estaba muy mal visto en el pueblo, así que, como mi padre y un hermano estaban aquí ( en Canarias), me vine». A los tres o cuatros años demandó al padre de su hijo. Por entonces trabajaba en Fuerteventura de camarera y ya se había quedado embarazada de su segundo hijo, una niña que hoy tiene siete años. «Tampoco el padre se hizo responsable». La demanda al padre del mayor fue desestimada porque Eva no fue a Galicia a ratificarla. «Acaba de empezar en un trabajo y no pude ir».
«Con el segundo fuimos a juicio. Le pusieron una cuota a mi favor de 200 euros, pero jamás la ha pagado. No sé dónde está».
Eva lleva 16 años en la hostelería. Ha trabajado de camarera de día, de noche y en la cocina. «La hostelería es muy sacrificada, pero me gusta». Pasó seis meses en Fuerteventura, y después de una breve estancia en Ecuador, donde se ligó las trompas, se instaló en Gran Canaria. «Llevo doce años aquí, cuatro en esta casa». Paga 840 euros de hipoteca al mes. Empezó a retrasarse en los pagos en 2008 porque tuvo empleos por los que cobraba 900 euros de sueldo y algún otro en el que le dieron 200 en lugar de los 800 acordados. «En marzo de 2009 ya me había notado un bultito en el pecho...» El médico de cabecera le dijo que no era nada, pero un amigo le pagó los 580 euros de una consulta particular. Tenía cáncer. Lo supo el 21 de abril. Empezaron las visitas al hospital. «Mi jefe me dijo que no me podía mantener. Estaba a prueba, no me hicieron contrato y no tuve paro». No está en condiciones de trabajar. «Me mareo y me canso mucho. Yo no me niego a pagar, sólo pido tiempo. Que me dejen pagar menos hasta que me recupere y pueda trabajar. ¿Vergüenza de salir así? A estas alturas, ya no; por mis hijos, ya no».