Las vitaminas de Pérez.Reverte
En un animado encuentro en Cartagena con estudiantes de Secundaria, el escritor defiende la lectura como actitud vital y arma para sobrevivir con dignidad en un mundo cruel
«A veces, la victoria es lo de menos. Lo importante es que al malo le sangren las narices y que incluso vaya a la cárcel. Porque el malo siempre gana, pero el único consuelo que a uno le queda es saber que ha peleado hasta el último cartucho».
Arturo Pérez-Reverte no oculta que, siempre «con nobleza», le ha gustado ganar. Primero como «un hijo de puta profesional», un corresponsal de guerra en busca de la mejor noticia; y después, como escritor de éxito que a base de «trabajo y trabajo» busca la mayor «eficacia» con sus novelas. Quizás por ese espíritu de supervivencia ante «un mundo cruel, aunque el hombre occidental piense que lo normal son las comodidades, llegó ayer al Nuevo Teatro Circo de Cartagena con ánimo de reclutar combatientes.
Invitado por el Ayuntamiento para inaugurar la quinta edición del Premio Mandarache de Lectura, Pérez-Reverte se enfrentaba a mil estudiantes consciente seguramente que a todos no se los llevaría a su «trinchera» de libertad, formada por los libros, los amigos, los hijos, el sexo... Pero, con una encendida defensa los jóvenes como gente con valor y «sin prejuicios», mostró su esperanza en que un joven ocupe un día su lugar y hable a otros de la importancia de leer.
Porque los libros ayudan a «vivir con dignidad, comprender de qué va esto de la vida y afrontar sereno», sin alborotos, «el momento que marca la diferencia entre los hombres: cómo se muere».
Y es que para el autor de la saga de Alatriste, la cultura (o sea, «leer, ver cine, escuchar a los que saben, ser observador») forma parte de una «actitud vital» sabia.
Uno toma esas «vitaminas» para divertirse y vivir como es debido, dijo Reverte. Porque «saber de dónde vienes, cuál es tu historia, quiénes son tus antepasados» permite «saber quién eres» y defenderte de los que intentan confundirte para «comprar tu vida» o «tu voto».
Los tebeos y 'Moby Dick'
Lo que no se puede es «ser cómplice» de la corrupción política o empresarial con el silencio. Ni hacer como los cartageneros, entre los que se incluyó a sí mismo, hicieron en la década de los ochenta: Permitir la destrucción de patrimonio urbanístico y arqueológico y los «chanchullos con los solares», por culpa de estar haciendo cosas como «ver la tele o ir al fútbol».
Y qué libros han marcado su vida, cuál es su título favorito, le preguntaron. «No hay un libro único sino uno para cada época», como «no hay una fórmula para vivir, sino que cada uno debe buscar su camino», respondió Pérez-Reverte, quien confesó no obstante sus hitos literarios, a partir de los tebeos: Los tres mosqueteros, Moby Dick, La montaña mágica...
Pérez-Reverte compartió un diálogo sobre su obra con el profesor de Literatura y crítico literario de La Verdad José Belmonte y alumnos de varios institutos, habló de su experiencia como periodista, lector furibundo y escritor no vocacional, sino sobrevenido.
Quinto Premio Mandarache
Abrió el acto un diálogo teatral pensado como acicate para leer: un joven cartagenero vestido como un futbolista el Efesé guiaba por la ciudad a una joven extranjera asombrada porque su guía ignorara la obra de su paisano Pérez-Reverte. Ella, en cambio, recitaba pasajes en alemán, italiano, inglés...
Y para recrear el siglo XVII, época de Alatriste, el actor Roberto Cairo leyó fragmentos de Quevedo y Lope de Vega. Lo que leerán los chavales, dentro del Premio Mandarache, es Rompepistas, de Kiko Amat; Todo eso que tanto nos gusta, de Pedro Zarraluki; y Sabor de chocolate, de José Carlos Carmona.
Los alumnos jalearon a Cairo al grito de «Es Desi, de la serie Cuéntame» y aplaudieron casi cada intervención de Reverte. Y eso que el novelista pidió hacerlo al final.
También, aunque no pareció una alusión irónica a sí mismo, también advirtió de cuándo tampoco hay que hacer chocar las palmas como «borregos»: ni «ante lo primero que te ponen delante» ni «ante una cosa y la contraria, como en los programas de televisión».