El recepcionista catalan del hotel se empeña en hablarme en castellano, la dependienta rumana de la tienda se esfuerza por hablarme en catalan, por la noche le hablo en catalan a otro recepcionista con cara de Tomeu Penya, me dice con acento argentino que no entiende lo que le digo. Lo peor es no poder hablar en francés. |