«Parecía el infierno en la tierra. Nunca había visto antes una bola de fuego tan grande». De esta forma, Bob Pellegrini trató ayer de poner palabras al dantesco escenario que se encontró a unos pasos de su casa después de que el jueves por la tarde (madrugada en España) una fuerte explosión de gas en una pequeña localidad a las afueras de San Francisco (California) diera paso a un feroz incendio que costó la vida a cuatro personas y en el que casi medio centenar de viviendas fueron pulverizadas por las llamas y más de 100 sufrieron daños.
Vista aérea de las viviendas destruidas por la explosión. afp / justin sullivan
Las cifras de víctimas cambiaron varias veces -se habló de entre cuatro y seis muertos- y el jefe de bomberos de San Bruno reconoció que podrían ser más, ya que se estaba revisando casa por casa en busca de posibles cadáveres. «Quizá los números aumenten con el paso de las horas», advertía el capitán Charlie Barringer, quien explicó que, por un momento, llegó a pensar que un avión se había estrellado cerca del cuartelillo de bomberos.
Después de la explosión, el temor de que hubiese sido un nuevo zarpazo del terrorismo se instaló en el horizonte. Hasta el vicegobernador de California, Abel Maldonado, llegó a decir que había escombros «por todas partes» y que parecía «como si hubiese estallado una bomba». Otros, en cambio, pensaron en un primer momento que la madre tierra había vuelto a dar otro aviso con un terremoto, esos a los que desgraciadamente tan acostumbrados están en esa zona del país.
Asumir los daños
Pero esta vez todas las miradas apuntaron a una tubería de gas propiedad de Pacific Gas & Electric, que se comprometió a asumir los daños de confirmarse su responsabilidad. La explosión, pasadas las 18.30, se oyó a varios kilómetros de distancia y provocó una enorme columna de fuego de más de 300 metros de altura, que dio paso a un feroz incendio que los bomberos no lograban controlar 12 horas más tarde.
Pd.-lo más increible, a mi parecer, es que los vecinos del lugar hacia una semana que venian quejandose del fuerte olor a gas.