Se levanta a las seis de la mañana y luego reza una oración cristiana, y, vistiéndose aprisa, se va corriendo a la primera misa.
Por la calle no mira a las mujeres, pues son, para él, diablos estos seres.
Lo que come bendice con unción, por temor a una mala digestión.
Los ratos de reposo lee algún libro simple y religioso, y aprende cada día de memoria una jaculatoria.
Pasa ayunando la cuaresma entera por más que de hambre desfallezca o muera.
Y así, sin sufrir nunca desengaños, dura ya que no vive, muchos años, y así se sacrifica y martiriza y su pecho a puñadas descuartiza, ¡ para hallar en el cielo su consuelo !
¿ y si luego resulta que no hay cielo ?
Joaquín Bartrina ( 1850 - 1880 )
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