VA DE CUENTO
El cura de la torre de Benito, que además de ser cura es un bendito, sin otras ambiciones que echar migas de pan a los gorriones, decir su misa al despuntar la aurora, rezar todas las tardes el rosario y pasarse la vida-hora tras hora- leyendo su breviario, montado en su pollino, y envuelto en la sotana, se fué la otra mañana a otro pueblo vecino a dar la Extremaunción a un campesino a quien un toro padre, desmandado, había reventado, dejándole en el suelo, hechas astillas cabeza, manos y costillas. Llegado el señor cura ante el paciente, el cual estaba ya en su hora postrera, después de examinarle atentamente, le habló de esta manera: -Vamos a ver, Gaspar, ¿qué te ha pasado? -Señor, me ha sucedido lo que yo nunca hubiese sospechado; y ha sido todo por haber cumplido lo que vos me teníais ordenado. Me habeis dicho en distintas ocasiones: <en apuros peligrosos y camorras, fiáte de la virgen y no corras.>> Yo, dócil al consejo, cuando vi que hacia mí venía el toro, sin ver que peligraba mi pellejo, le esperé con cachaza que hoy deploro.
Montado en su pollino torno a su pueblo el cura, dejando al desdichado campesino al borde de la misma sepultura.
Desde entonces el cura de la Torre, obrando con muchísima prudencia, en cuanto ve algún toro en su presencia, se fía de la Virgen...¡pero corre!
Manuel Soriano ( 1871 - 19...? )
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