Como es habitual en la prensa ultraortodoxa israelí, la imagen de Clinton, es decir, una mujer, era una afrenta que no se podía permitir. No se les ecapó tampoco la chica que estaba junto a la puerta.
Si hubiera existido el Photoshop en los tiempos de la Biblia, los fanáticos se habrían ahorrado un montón de problemas.