Una adicción perjudicial
La antigua ciudad de Corinto era famosa por su depravación. Con razón, el apóstol Pablo escribió lo siguiente a los cristianos que residían allí: “Tengo miedo de que de algún modo, así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia, las mentes de ustedes sean corrompidas y alejadas de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo” (2 Corintios 11:3). Pues bien, el “sexo telefónico” es uno de los medios que Satanás el Diablo utiliza para corromper a la juventud.
Para algunos jóvenes, llamar a las líneas eróticas se ha convertido en una adicción incontrolable. Un muchacho, a quien llamaremos Julián, es un claro ejemplo de lo “enganchado” que puede acabar alguien. Cuando vio el número de teléfono de un servicio erótico en un cartel publicitario, lo memorizó y más tarde llamó para satisfacer su curiosidad. A partir de entonces, las llamadas se sucedieron con mayor frecuencia. Al poco tiempo, debía 600 dólares a la compañía telefónica.
Estimular los deseos sexuales sin estar casado va en contra de la Palabra de Dios, que exhorta a lo siguiente: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual” (Colosenses 3:5