Recuerdo un juego de campamento que hacíamos con los chavales que se llamaba así. Consistía en escoder a unos cuantos "voluntarios" de lo que se hacía "en público" alrededor del fuego de campamento (en los tiempos que se podía).
Se contaba a un voluntario que era un Rey (se le vestía con capa y cetro y todo eso para hacer más pomposo el juego) y que disponía de dos "maniquís" que solían ser un chico y una chica y que los dispusiera del modo que quisiera para hacer "más atractivo" el Palacio. Evidentemente con 15-18 años todos los chavales "disponían" a sus maniquíes de las maneras más vergonzantes, sexis o impúdicas que se les antojase "puesto que para eso era el Rey".
Mientras el Rey hacía a sus anchas y se lo pasaba en grande, junto al público; una vez había movido, removido, preguntado al público, y retocado todo lo que quería a sus maniquíes y decidía que la "postura" elegida era "esa", se le quitaba de su cetro y capa y se le sustituía ¡para su sorpresa y sonrojo! por uno de sus maniquíes a los que él había "ridiculizado" y se llamaba al siguiente "voluntario", hasta el momento ausente de cuanto había pasado, y así unos cuantos. Fin del juego.