“Vi al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas ante una mesa, con las manos en el rostro y llorando; fuera de la casa había mucha gente y algunos tirábanle piedras, otros le deseaban males y le decían palabras feas. ¡Pobrecito del Santo Padre, tenemos que pedir mucho por Él!”
¿Estará llegando esa hora? La pregunta se impone y por eso pedimos a la pequeña vidente y a Nuestra Señora de Fátima que intercedan junto a Nuestro Señor Jesucristo y obtengan para Vuestra Santidad especiales gracias de discernimiento y fortaleza, con las cuales pueda dirigir la Barca de Pedro con mano segura, en medio del “tsunami” publicitario con que pretenden hundirla. Esfuerzo vano, pues sabemos que, al fin, conforme la promesa indefectible de Nuestro Señor, “portae inferi non praevalebunt” (las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella)