Indica Sbarbi que esta frase, cuyo significado es el protestar de ciertas confianzas o familiaridades que algunos se toman, tiene su origen en la costumbre que antiguamente había entre los grandes señores que al organizar un festín, la etiqueta exigía que los invitados se sentasen a la mesa formando parejas para cada una de las cuales había un solo plato y un solo cuchillo, aunque ambos fuesen poco menos que desconocidos. Así se iniciaba una familiaridad que el anfitritrión estudiaba de ante mano, a fin de que los que tenían que comer en el mismo plato fuesen lo más gratos posible el uno al otro.