Mis mayores preocupaciones cuando monté el chiringuito no eran la habituales, simplemente eran dos: Saber hacer el trabajo correctamente y tratar con el cliente.
La primera se estudia, se investiga, se practica y se aprende, es cuestión de tiempo e interés, no hay más misterio; la segunda era mi pánico, vengo de la selva y tonterías las justas, es decir, totalmente lo opuesto para estar de cara al público.
La necesidad marcó el destino inmediato y me daba igual churras que merinas, hacer pan que pintar cuadros; caí en lo que caí y me alegro sin lugar a dudas, es emocionante, tiene su investigación, etc... (sin olvidar lo primero y más importante; puedo asumir la inversión y tener con qué ganarme la vida).
Al grano: Que aunque hay putadas de todo tipo y, obviamente en un mes que llevo, no cubro gastos (me di de plazo tres meses y ya sería un éxito), me puedo dar con un canto en los dientes.
Al grano 2: Que a pesar de estar en la caverna, cosa que rabio, si Mahoma no va a la montaña... (y lo que sigue) me lo paso bien porque descubres como es la gente de a pie, todo tipo de gente, desde el abuelete que se para a ver los precios del escaparate y luego te dice que él solo se ha parado porque ha visto colores al que te pregunta si los cartuchos funcionan también en la ingravidez para hacer su PFC.
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