‘Las indicaciones escritas en las señales de tráfico se expresarán al menos en el idioma oficial del Estado. Asimismo, las indicaciones escritas que se incluyan o acompañen a los paneles de señalización de las vías públicas, e inscripciones, figurarán en idioma castellano y, además, en la lengua oficial de la comunidad autónoma reconocida en el respectivo estatuto de autonomía, cuando la señal esté ubicada en el ámbito territorial de dicha comunidad’. El artículo 56 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial y el artículo 138 del Reglamento de Circulación no pueden ser más claros: la señalización en todo el territorio de nuestro país debe estar en castellano y, en caso de que la CCAA cuente con uno propio, en ambos idiomas. Pero nunca de forma exclusiva en el idioma de la comunidad.
La normativa entró en vigor en 2009, hace ya tres años, pero aún existen ciudades en nuestro país que hacen oídos sordos a la legislación. Es el caso de Barcelona, cuya postura alcanza la cabezonería pasando por la sin razón: en la Ciudad Condal prefieren no cobrar las multas a cambiar la señalización. Y es que, con la ley en la mano, cualquier conductor puede recurrir una sanción porque las señales de la capital catalana no cumplen la normativa. Aparcar indebidamente, circular por un carril expresamente prohibido… Barcelona se convierte en la ciudad española donde es más sencillo librarse de las sanciones. Así lo confirma el caso de JRG, un conductor que aparcó en una zona prohibida y señalizada con un cartel en el que se podía leer: ‘Senyalització Excepcional per obres. Gràcies per la seva col.laboració’. JRG realizó una foto de la señal, en la que quedaba reflejada la fecha (prueba de que la ley ya estaba en vigor). Así, el ayuntamiento de Barcelona le devolvió el importe de la multa, 110 euros, así como los 225 del depósito y traslado de la grúa. Son más de 300 euros: parece que la crisis no ha llegado a la Ciudad Condal.
Pero Jauja siempre tiene un doble rasero. Quizá no atente con la seguridad del tráfico que alguien aparque indebidamente en un sitio de carga y descarga porque no entiende lo que pone en el cartel, pero puede ser peligroso si se trata de un aviso en la autopista, donde la velocidad a la que se circula es mayor. Por ejemplo, una zona de obras en la que los conductores tienen que reducir de forma notable su velocidad, un accidente o la existencia de retenciones.
Los motivos para que el Ayuntamiento de Barcelona entre en razón sobran. Pero parece que la administración de la capital de Cataluña sigue en sus trece y no tiene intención ninguna de poner también en castellano las señales. Todo por la defensa del catalán como idioma oficial. Si bien es verdad que los recursos son casos aislados porque la mayoría de conductores no conocen la legalidad y pagan las multan, habría que ver que postura adoptaría el consistorio si el grueso de recursos comienza a crecer porque los medios se hacen eco de la noticia. Se admiten apuestas.