Soy muy exigente, conmigo mismo sobretodo, y lo de la semana del frío siberiano, que no entró casi nadie, no me vale de excusa (para mí mismo), pero creo que tampoco he de machacarme cuando veo que la cosa va bien; es el puñetero orgullo (que no sirve para nada) que no se hayan cumplido mis previsiones futbolísticas.