Treinta años de su vida y más de mil millones de las antiguas pesetas invertidos en un 'hobby' que hoy en día no puede mantener. A sus 62 años y después de décadas de vivir en la abundancia, la crisis le obliga a desprenderse de "una de las dos pasiones de mi vida", dice, "los animales", para mantener la otra, "las mujeres".
Fernando Palacios, empresario de Castellón, regenta al mismo tiempo desde hace varias décadas un club de alterne en Nules (Castellón) y una granja en la que ha llegado a criar leones, pumas, dromedarios y bisontes. "Cada dromedario valía unos 6.000 euros y yo he llegado a tener cuatro", expresa.
La crisis ha puesto en jaque el mantenimiento de la granja y el club de alterne ya no le reporta el dinero suficiente como para tener contratados a cuatro adiestradores, varios peones y personal de limpieza para el recinto de animales, indica, por lo que "con todo el dolor del mundo, estoy vendiendo la granja, aunque, mucho me temo que la gente hoy en día no quiere estos animales ni regalados", lamenta.
En venta aún le quedan, según estima a grosso modo: 30 cerdos vietnamitas, 30 cabras enanas, 12 yeguas tordas y negras, tres hembras de jabalí y un macho, tres parejas de muflones, un poni pinto, una burra cebra (híbrido de padre burro y madre cebra), un caballo tordo 'hijo del bocao', un caballo castaño morcillón 'hijo de palenque' y seis mapaches.
Durante tres décadas, Fernando Palacios se dedicó a viajar, sobre todo a Holanda, y adquirir los ejemplares de animales que le interesaban de otros particulares a buenos precios, algunos incluso, se los compraba a los circos o al zoo.
"Una vez me traje una pareja de leones y otra de pumas, los pumas eran muy caros en aquella época. Me criaron y me cogieron respeto y cariño. Me metía en sus jaulas para limpiarlas y nunca me hicieron intención de nada. En cuanto escuchaban el sonido de mi coche al llegar al recinto, como conocían el motor, se volvían locos hasta que me veían acercarme. Eso sí, la alimentación era muy importante cuidarla, darle siempre la carne cocinada, como el pollo. Hay que evitar el instinto matador que tienen estos animales cuando huelen la sangre de las presas", especifica Palacios.
Distribuía los animales en varias fincas de su propiedad. Las yeguas y caballos de pura raza los mantenía en las cuadras de un terreno acotado de 50 hanegadas en Moncofa, y los potencialmente peligrosos tenían sus correspondientes jaulas, amplias, dice, en una finca de unos 10.000 metros cuadrados de su propiedad, en Nules.
"No quiero ni valorar en conjunto el dineral que vale todo esto. Estoy dispuesto a negociar un precio muy a la baja porque no puedo mantenerlos", expresa. Incluso la Administración autonómica cobra ahora por un servicio medioambiental que antes aportaba de forma gratuita "y esto es una ruina". "Antes, cuando se me moría un caballo, llamabas a una empresa de la Generalitat y te enviaban un camión para recogerlo. Ahora, por cada incineración tengo que pagar 300 euros".
Los desencuentros con la Administración en Navarra fueron precisamente uno de los motivos de su traslado a Castellón hace ahora 20 años. "Me ponían muchos problemas cuando la legislación entonces no contemplaba la prohibición de criar animales exóticos si estaban bien protegidos y no suponían un peligro para nadie", asevera.
En Castellón se dedicó a la explotación de los clubes de alterne y consiguió hacer fortuna. "He vivido del negocio más difícil del mundo, saber sacarle dinero a las mujeres, cuando lo normal es al revés. Ahora el negocio es una ruina y de las dos pasiones de mi vida, las mujeres y los animales, me quedo con lo que más quiero que es la raza mujer", ironiza.
La crisis, la proliferación de clubes en la provincia de Castellón y la prostitución "de baja calidad", dice, esto es, "las mujeres de caminos y carreteras que cobran los servicios a 10 euros", ha mermado un 60% los ingresos del negocio, afirma, "y no me da para alimentar a los animales ni con pienso".
En el complejo de alterne Las Sirenas que regenta en Nules llegó a disponer de los servicios de cien mujeres, reconoce. "Hace dos años, los bancos me llamaban y me pedían que comprara algo de valor, que necesitaban hacer puntos con sus superiores y darme un préstamo era un chollo. Ahora el grifo está cerrado y la culpa no solo es del Gobierno de Zapatero sino también de las entidades financieras", concluye.