NUESTRO KRISTOS: El Kristos (Wotan) plasmado en las rocas del Externsteine, Alemania, plasmado allí hace miles de años, Dios de los paganos, en su muerte mágica en el árbol Iggdrasil para recuperar las Runas. Veamos entonces que nos diferencia de los demás: Existen 2 principales cosmovisiones de la vida, opuestas e irreconciliables:
La semita o judeocristiana (pasiva) que cree en una humanidad extraña a la naturaleza y creada a la imagen de una divinidad para su adoración y servicio. La pagana (activa) donde el hombre se identifica con Dios a través de su heroísmo, su conocimiento de las verdades naturales y su participación en la naturaleza acatando sus leyes. La verdad del judeocristiano es dogmática y revelada. En el suficiente tener fe para acceder a la verdad y a la salvación.
Mientras que para el pagano el conocimiento es un largo proceso de observación y de paciencia, de trabajo y de creación. Todo pagano es una parte de Dios, que se inserta en su exteriorización divina; la Naturaleza. El judeocristiano es, por el contrario, esclavo engendrado por su dios para su propia glorificación. Su vanidad y egocentrismo los sitúan por encima de la Naturaleza, pero por debajo y fuera de su dios, como lo dice la cabala judía: “Existe el Ser increado, que crea: Dios; el ser creado, que crea: el hombre; y... el resto: el conjunto de seres creados —animales, plantas, minerales— que no crean”.
Esto es el antropocentrismo más absoluto —y una filosofía falsa desde su base, puesto que es evidente que “todos los hombres” no son creadores y que ciertos animales pueden serlo. Para comprobar esto último observar el libro Materialismo Biológico de Claude Nancy. El paganismo nace de la ruda vida nómada de los Arios en la crianza de animales. El honor, la justicia, el valor, el orgullo y la fidelidad para con todos los suyos representaron los bienes mas preciados que la riqueza e incluso que la vida misma. Son las leyes biológicas esenciales las que servirán como base de todo su sistema religioso y social. Continuaran aplicando sus leyes, en tanto permanezcan, racialmente puros.
Practicaban la religión ”llamada de las tres funciones”; la función Sagrada, que representa el instinto de territorio, la función guerrera, que representa el instinto de Jerarquía y la función de Intendencia, que reagrupa el comercio, el artesanado y la producción alimenticia y que representa el instinto de alimentación y sexual. La concepción pasiva corresponde a pueblos supersticiosos y mas bien perezosos , más habituados a sufrir que a luchar y conquistar(al menos sus conquistas ponen a flote mas especulación, ósea, fraude, que trabajo es decir, lucha) Como en las religiones semíticas el acento es puesto sobre la creencia y no ya sobre la inteligencia y la voluntad (el trabajo), el goce se hace en estas religiones un verdadero objetivo en si; y el egoísmo y el egocentrismo son los medios seguros para alcanzarlo.
Aquí el individualismo es exaltado a ultranza en detrimento de la comunidad. La moral aristocrática del esfuerzo y por ello el culto de la elite fue remplazada por la creencia dogmática, la pasividad de las masas y el culto a la democracia. Este egoísmo y esta necesidad de disfrutar a cualquier precio desembocaran en el desprecio total de las mujeres, en su negación y en su transformación en simples objetos sufriendo el peso de un dios tirano. En todas las sociedades arias la mujer será respetada en su persona y venerada en su maternidad, fuente de la familia y de la raza. Toda religión sirve de matriz para la organización social y la religión natural y biológica de los pueblos nómadas no podía menos que generar una organización basada en la aristocracia, la jerarquía y el valor individual.
Esta dará nacimiento a la Caballería y a las sociedades impregnadas de Justicia, honor y virilidad. Esta reflexión tomada de las 1500 paginas de los textos de Nancy, para recordar el nacimiento (20 de Abril de 1889) del mas grande genio de la Humanidad, aquel que vino a recordarnos nuestro pasado divino, Y A EMPRENDER LA LUCHA final contra las fuerzas de las sombras, Adolph Hitler.