De aquí a unos millones de años, cuando el sol engulla a la Tierra y hasta todo su sistema planetario, no importaran ni pirámides, ni libros ni legados (salvo que la suerte salve a algún actefacto espacial lanzado con esa esperanza). Tampoco importará si hemos llegado a Marte y si lo hemos hecho bien o mal. El futuro lejano es más real que el pasado contaminado. El presente es lo que importa.
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