JUAN nunca se imaginó que se haría adicto al sexo.*Como les ha sucedido a muchas personas, se vio expuesto accidentalmente a la pornografía y los foros de charla eróticos mientras navegaba por Internet. Al cabo de poco tiempo estaba totalmente esclavizado. “Esperaba a que mi esposa se marchara a trabajar —recuerda—, y entonces saltaba de la cama y me sentaba delante de la computadora durante horas.” En el transcurso de estas sesiones maratónicas, ni siquiera paraba para comer o beber. “No me daba cuenta de que [tenía] hambre”, señala. Empezó a mentir a su mujer sobre sus actividades secretas, a perder la concentración en el trabajo y a volverse cada vez más receloso. Su matrimonio comenzó a sufrir, y cuando finalmente concertó una cita con una de las personas con las que había compartido experiencias cibersexuales, su esposa lo descubrió. En la actualidad, Juan recibe tratamiento por motivo de su adicción.