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General: Fábulas
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Toni  (Mensaje original) Enviado: 02/07/2010 09:18
 
 
Los dos amigos y el oso.
 
 A dos Amigos se aparece un Oso:
 El uno, muy medroso,
 En las ramas de un árbol se asegura;
 El otro, abandonado a la ventura,
 Se finge muerto repentinamente.
 El Oso se le acerca lentamente;
 Mas como este animal, según se cuenta,
 De cadáveres nunca se alimenta,
 Sin ofenderlo lo registra y toca,
 Huélele las narices y la boca;
 No le siente el aliento,
 Ni el menor movimiento;
 Y así, se fue diciendo sin recelo:
«Este tan muerto está como mi abuelo.»
 Entonces el cobarde,
 De su grande amistad haciendo alarde,
 Del árbol se desprende muy ligero,
Corre, llega y abraza al compañero,
 Pondera la fortuna,
  De haberle hallado sin lesión alguna
 Y al fin le dice: «Sepas que he notado
 Que el Oso te decía algún recado.
 ¿Qué pudo ser?» «Diréte lo que ha sido;
 Estas dos palabritas al oído:
 Aparta tu amistad de la persona
 Que si te ve en el riesgo, te abandona.»
 
 
Samaniego


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Alma Kore Enviado: 02/07/2010 11:07

 

 

!Qué buena moraleja!

 

 

 
 

No subas tan alto... le diría... que aqui abajo

el miedo me ha dejado un instante tan parado
 
que el peligro en un segundo pasó por mi costado,
 
pero más me asustó, sentir mi corazón temblando
 
porque un amigo se quedó acurrucado en la rama... tan callado.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Xiomara♥ Enviado: 02/07/2010 18:07
Bello, todo bello,
pero más bello leerlos.
 
Kisssitos a ambos.

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Toni Enviado: 04/07/2010 14:08
El águila y el escarabajo
«Que me matan; favor»: así clamaba
una liebre infeliz, que se miraba
en las garras de una Águila sangrienta.
A las voces, según Esopo cuenta,
acudió un compasivo Escarabajo;
y viendo a la cuitada en tal trabajo,
por libertarla de tan cruda muerte,
lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida! ¿Por qué quitas la vida
a este pobre animal, manso y cobarde?
¿No sería mejor hacer alarde
de devorar a dañadoras fieras,
o ya que resistencia hallar no quieras,
cebar tus uñas y tu corvo pico
en el frío cadáver de un borrico?»
Cuando el Escarabajo así decía,
la Águila con desprecio se reía,
y sin usar de más atenta frase,
mata, trincha, devora, pilla y vase.
El pequeño animal así burlado
quiere verse vengado.
En la ocasión primera
vuela al nido del Águila altanera,
halla solos los huevos, y arrastrando,
uno por uno fuelos despeñando;
mas como nada alcanza
a dejar satisfecha una venganza,
cuantos huevos ponía en adelante
se los hizo tortilla en el instante.
La reina de las aves sin consuelo,
remontaba su vuelo,
a Júpiter excelso humilde llega,
expone su dolor, pídele, ruega
remedie tanto mal; el dios propicio,
por un incomparable beneficio,
en su regazo hizo que pusiese
el Águila sus huevos, y se fuese;
que a la vuelta, colmada de consuelos,
encontraría hermosos sus polluelos.
Supo el Escarabajo el caso todo:
astuto e ingenioso hace de modo
que una bola fabrica diestramente
de la materia en que continuamente
trabajando se halla,
cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
y que, según yo pienso,
para los dioses no es muy buen incienso.
Carga con ella, vuela, y atrevido
pone su bola en el sagrado nido.
Júpiter, que se vio con tal basura,
al punto sacudió su vestidura,
haciendo, al arrojar la albondiguilla,
con la bola y los huevos su tortilla.
Del trágico suceso noticiosa,
arrepentida el Águila y llorosa
aprendió esa lección a mucho precio:
a nadie se le trate con desprecio,
como al Escarabajo,
porque al más miserable, vil y bajo,
para tomar venganza, si se irrita,
¿le faltará siquiera una bolita?
Samaniego


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