Introducción
Escribe Maxence van der Meersch, el conocido escritor holandés:
“Les enseñamos los más diversos conocimientos. Les proporcionamos los maestros más eminentes. Pero en lo que se refiere a este instinto sagrado que nace en ellos y que gobernará su vida de hombres, de maridos y de padres, callamos vergonzosamente. Dejamos que se instruyan entre sí. Dejamos a un chiquillo de 14 años, más precozmente informado que nuestro hijo, el cuidado de ilustrarlo acerca del más grande de los misterios de la vida.
Una encuesta del Dr. Carlos Alcalde, catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Salamanca, llevada a cabo hace algunos años entre jóvenes de 61 colegios de secundaria de toda España revelaba que el 81,6 por 100 de los muchachos y el 82,4 por 100 de las jóvenes habían recibido sus primeros conocimientos sobre sexualidad a través de medios inadecuados: amigos, lecturas, informaciones callejeras, conversaciones oídas a los mayores... Y aunque en los últimos años hayamos avanzado las jóvenes generaciones de padres son mucho más abiertas, nos queda aún mucho camino por recorrer, tanto a padres como educadores, para encontrar el punto medio exacto, porque o bien seguimos sin prestar la atención debida al tema de la educación sexual, o bien nos vamos al extremo opuesto confundiendo educación sexual con una instrucción naturalista que bordea la pornografía. Tratar de hallar ese punto medio exacto es el objeto de este artículo”.
(fuente: lafamilia)