Cuando las aves estrenaron su plumaje, el pavo real no era tan bonito como ahora más bien era un ave sin chiste, de plumas descoloridas.
Pero un día, cuando se preparaba una gran fiesta para todas las aves, el pavo real se encontró a un pájaro de veras bonito,de largas plumas azules.
-¿A dónde vas?-le pregunto el pavo real.
-A la fiesta de las aves, ¿tu no vas a ir?
-No-contestó el pavo real abriendo sus alas-, es que no me gusta.
-Mira-dijo el otro pájaro-,préstame tu vestido y yo te doy el mío para que vayas a la fiesta. ¿Te gustan mis plumas?
-Sí, las tuyas son bonitas.
-Entonces,¿cambiamos?, ya después me regresas mis plumas- aseguró el pájaro.
-bueno- dijo el pavo real.
Los dos cambiaron sus vestidos y se fueron a la fiesta, el pavo se sintió como nunca, orgulloso de devolverlo a su dueño.
Así que salió corriendo de la fiesta y ni adiós le dijo a su amigo. El pájaro a buscar al pavo por todos lados, pero nunca lo encontró. Desde entonces, el pavo real luce vestido ajeno. Lo único feo que ahora tiene son sus patas y, cuando alguien las mira, se esponja como un abanico para que no se fijen en ellas. Al otro pájaro, el que se quedó con las ropas feas del pavo real, hoy le llamamos tapacaminos. Y será verdad o será mentira, pero se cuenta que el tapacaminos aparece en todas las veredas, para preguntar quién ha visto al pavo que se llevó su vestido.