Inundando los entornos las
delicias
de nuestras
intimidades
nos
llevan...lento...
a los besos que queman la
piel
y a obscenas caricias que nos
muestran
lugares recónditos,
donde la lava del
volcán
hace que madure la fruta,
que se ofrece abierta,
descarada
a tu boca que bebe, lengua que
liba,
lento,
lento...
el néctar de dioses que quema
y se esparce con grosura.
Y lento,
lento...
entran en mí tus latidos,
jadeos de viaje al infinito
de las marejadas de tu mar que
llena,
invade,
inunda...
con fuerza, posesivo
exigente,
y se agranda la
urgencia,
y
después...
los latidos se hacen
cada vez
mas
lentos,
lentos...lentos.
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