Sin lugar a dudas, la temporada venidera va a ganar la liga el R. Madrid.

Los alumnos de maristas del año 74 hemos jugado al fútbol mejor que todos los demás porque aprendimos a hacerlo en su modalidad de montaña. Comparado con el fútbol de terreno llano, es infinitamente más difícil. Los alrededores del antiguo colegio, que era lo que yo más frecuentaba; pocas veces entraba a clase; eran de una inclinación difícil de superar. Allí nos juntábamos “los medianos” y “mayores” en un improvisado campo de fútbol. Medio tiempo unos cuesta arriba y el otro medio tiempo cuesta abajo.Regatear en cuesta no entrañaba dificultad para nuestro virtuosismo. Cuando se jugaba cuesta abajo la portería estaba a medio metro del muro del colegio y se protagonizaban espachurramientos dignos de “vídeos de primera”. Programa de mucha actualidad en TV española. Cuando jugábamos contra otros colegios en sus campos ganábamos siempre. Aquello no tenía trucos ni secretos. Ahora cuando me entero de lo que cobran los jugadores del Real Madrid por jugar en el Santiago Bernabéu, tan mullidito y tan planito, me da mucha rabia. Nuestro campo era duro y de gravilla. Mis piernas, muy bonitas por cierto, aún muestran cicatrices de mis viejas heridas. Lo peligroso no eran las lesiones, si no los accidentes de circulación. Una tarde que ganábamos 3-1 a la selección de los jesuitas y cuando me disponía a rematar de cabeza un balón perfectamente centrado por Javier Murillo, insuperable defensa central de nuestro equipo, que iba a suponer el 4-1, fui atropellado por una moto con sidecar. Además dentro del área. El mismo Javier Murillo, y en ese mismo partido, lanzó un golpe franco directo a la portería contraria y una camioneta que ponía MEG, Montajes Eléctricos García, se interpuso en la trayectoria del balón, impidiendo un seguro gol. La furgoneta sufrió un bollo lateral y nosotros la rabia e impotencia de golear por más diferencia a los jesuitas.Pero debo decir que todos estos inconvenientes nos curtieron muy a fondo a todos los de aquella generación de futbolistas del Colegio de los HH Maristas de Zaragoza. Sucede que nos dedicamos a otras cosas, porque después de jugar a fútbol en semejantes condiciones, el fútbol normal nos parecía una tontería. Quizás nos equivocamos, pero ya no es tiempo de arrepentirse.