El látex, también llamado hule o caucho, se obtiene
a partir de la savia lechosa del árbol del caucho –
Hevea brasiliensis–, originario de los bosques tropicales de Centroamérica y América del Sur. También se extrae de otras especies árboreas de Asia –
Urceola elastica– y África –
Funtumia elastica–, pero la mayoría de la producción se lleva a cabo en el Nuevo Continente.
Aunque por su aspecto y textura podría confundirse con un derivado del plástico, se trata en origen de un polímero natural empleado por los pueblos mesoamericanos desde hace más de 3.000 años. Los aztecas elaboraban con él las pelotas para el juego del ulama y otras variedades deportivas. El líquido viscoso de color blanco se recoge en cubos que se cuelgan en los árboles tras practicar en el tronco unas pequeñas incisiones por las que gotea.
En el siglo XIX, los españoles descubrieron que el caucho natural estaba compuesto por cadenas de hidrocarburos. Durante la I Guerra Mundial, químicos alemanes comenzaron a fabricarlo de forma sintética a partir de productos derivados del petróleo, que desde entonces se convirtió en la principal materia prima para la obtención del caucho.
