Compartir piso con otras personas, como casi todo en esta vida, tiene sus ventajas y desventajas. Puede ser de lo más divertido si te llevas bien con la gente que vive contigo y puede ser un drama si esa misma gente parece venir de Marte y tú de Venus.
Hace tiempos, kimax y yo compartmos piso, por aquello de ahorrar gastos y asi aprovechábamos para "disfrutar" nuestra amistad. La convicencia no era ni buena ni mala, si no todo lo contrario.
Un día cualquiera, llegué a lo que yo llamaba casa a una hora en la que se suponía que Kimax no estaría, asi que podría disfrutar del piso a mis anchas durante unas horas... Esa era una de las ventajas.
Para mi sorpresa, encontré a una chica en el destartalado sofá del comedor-cocina-picadero hojeando una revista, disimulando bastante mal que había estado llorando como una descosida.
Me fastidió al principio encontrar a alguien alli que invadía mis pocas horas de intimidad, pero como uno es un CABALLERO, me enternecí, me presenté (me sonaba de algo, pero e aquel momento no supe de qué) y le pregunté que le pasaba.
Supe por su relato que se llamaba Soledad y que había entrado con unas llaves que le había dejado Kimax con la intención de esperarle en "casa", ya que tenía que hablarle de u asunto privado, importante y urgente (utilizó estas palabras). Como la vi muy alterada, le ofrecí algo de beber (un poco de Baileys a modo de remedio familiar contra los nervios) y le di conversación para distraerla, resignado ya a perder mis horas de piso a solas.
Al segundo trago olvidó lo de privado y empezó a largar. Lo que le pasaba a Soledad con Kimax no era tan grave e incluso ella empezó a olvidar lo de importante. Era un chorrada tan grande y sentimentaloide, que puse el automático en "cara de atento y comprensivo" y dejé de escuchar. Entonces me fije en la revista que estaba hojeando cuando entré y vi que era el Interviú en el que salía Silvia Tortosa (que por cierto, sigue igual o más espectacular a sus 61 primaveras), yo no sabía que había salido y pensé que lo habría comprado ella.
Se me puso a llorar a moco tendido sin previo aviso y me pegó un susto por que yo estaba más concentrado en el Interviú que en lo que ella decia. Se llevó las manos a la cara y sólo se me ocurrió abrazarla de la manera más paternal posible.
Creo que acerté por que puso su cabeza en mi hombro, se agarró a mi espalda y sentí sus uñas a través de la camisa. Y......¿Que quereis?....... entre eso y Silvia Tortosa..... pues que me acbé excitando. Intenté controlarme y sólo me di el gustito controlado de acariciarle el cabello y decirle palabras de ánimo. Se calmó un poco y...... oh no, levanto la cara para mirarme, una cara triste y bonita con los ojazos verdes que tenía brillantes de lágrimas y que se plantó a dos centímetros de la mía. Creo que en ese momento olvidó lo de urgente.
Y nos besamos, claro, y sabía salada y dulce al mismo tiempo y ahi ya la cosa, sin decir una palabra más, se nos fué de las manos, por que fué con las manos con lo que nos comimos el uno a la otra.
No pasamos a mayores por que se abrió la puerta principal y tuvimos exáctamente 4 segundos para echar a patadas la líbido del destartalado sofá y poner cara de angelitos.
No debimos hacerlo muy bien por que Kimax no se creyó que a Soledad la había despeinado de auqella manera una corriente de aire repentina y violenta. Y tampoco se creyó que a mi me gustara leer Interviú al revés, con la bragueta abierta, acalorado en pleno enero y al lado de su novia a la que no conocía.
Es una de las desventajas de compartir piso......... La gente se vuelve desconfiada.
Kimax estuvo bastante tiempo sin hablarme. Al final se olvidó todo, salvo que ahora se dedica a quitarme todas las chicas con las que salgo, por sistema.
Un beso
PapaOso