Como dice el
refranero: 'El comer y el dormir no quieren prisa'. Ahora, un nuevo estudio,
publicado en 'Journal of
Clinical Endocrinology & Metabolism', demuestra que este viejo dicho no
anda muy desencaminado. Sus autores confirman que ingerir la comida con rapidez
induce a comer en exceso.
Esto ocurre porque, al parecer, cuando se come apresuradamente
disminuye la liberación de un determinado tipo de hormonas
intestinales (GLP1 y PYY), responsables de la saciedad, por lo que la sensación
de apetito continúa.
Ya se conocía, por estudios previos, el papel tanto del péptido símil
glucagón 1 (GLP1) como del péptido YY (PYY). Según los expertos, después de
ingerir alimentos se reducen las concentraciones de estas hormonas intestinales
encargadas de enviar señales al cerebro para dejar de comer".
Lo que no se había hecho hasta el momento era investigar los niveles de estos
péptidos teniendo en cuenta un nuevo elemento: la velocidad de
ingestión.
Por primera vez, Alexander Kokkinos, del Hospital General de Laiko (Atenas,
Grecia) y su equipo analizan esta asociación. Para ello, seleccionaron a 17
individuos que debían realizar una misma prueba: consumir un helado de 300
mililitros (59% kcal., 33% carbohidratos, 8% proteínas) a distintas
velocidades.
Por su parte, los investigadores tomaron muestras de sangre para anotar y
valorar las medidas de glucosa, insulina, el nivel de lípidos
en el plasma y las hormonas intestinales. Lo hicieron antes, durante y después
de la comida.
"Descubrimos que cuando se ingería el helado en 30 minutos en vez de en cinco
las concentraciones de ambos péptidos intestinales (GLP1 y PYY) era mayor y la
sensación de saciedad se presentaba antes", concluyen los investigadores.
"Comer despacio es uno de los consejos que facilitamos a los
pacientes con obesidad.