Las heridas duelen. Los malos momentos golpean. Las caídas rompen
algo. Sin embargo, si las contemplas desde una óptica positiva, verás que
con el tiempo, las heridas cicatrizadas endurecen la piel, los malos momentos
tal vez nos permitan conocer buenas gentes y las caídas, refuerzan nuestro
sentido del equilibrio.
"No hay grito de dolor que en lo futuro
no tenga al fin por eco una alegría".
Ramón de Campoamor |