Soltar un taco no siempre es un signo de vulgaridad. Un taco bien dicho y en su momento oportuno llega incluso a alcanzar la belleza de la rotundidad. El taco es vulgar cuando vulgar y ordinario es quien lo dice. Es estos casos no hay amnistía posible. Existen tacos balsámicos. El taco terminante, preciso y conciso que pone fin a una situación de padecimiento imprevisto tiene todas las garantías del éxito.
Pondré un ejemplo.
Un vecino mío sorprendió a su mujer en la cama con otro. (No era yo). Puntualizo porque me estoy imaginando a Papaoso haciendo un chiste fácil.
Como decía la sorprendió y con su delicadeza habitual le llamó “traviesa”. Nada que ver con otros casos conocidos que tras asesinar a su adúltera cónyuge, la califican de "putón desorejado."
Hay diferencias que distinguen. No se pueden soltar tacos así ni abrazar la violencia de género de ese modo.
Cada cual que fornique con quien le venga en gana.
Yo personalmente siento una singular simpatía por mi vecino. Y también, como habréis adivinado, por mi vecina.