El silencio del pastor El hermano X vino y me sacó de la cama y me llevó a su habitación, puso la radio a todo volumen y dijo 'Quítate el pijama, puedes gritar lo que quieras, pequeño bastardo'. Se masturbó con su mano izquierda mientras me golpeaba con su correa y luego me dio una patada con la bota, la única ropa que llevaba"…
Como este, treinta y cinco mil testimonios mudos, a cual más aberrante. Treinta y cinco mil silencios. Treinta y cinco mil niños silenciados por la estupefacción, el terror, la incredulidad y el miedo. Amordazados por manos ungidas de omnipotencia, la de sacerdotes católicos de la archidiócesis de Dublín, a merced de su delirante "catálogo de crueldad". Muchos ya no podrán gritarlo. Ya no están.
Ayer saltó en algunos diarios la última noticia de esta nauseabunda historia: Donal Murray, obispo de Limerick en Irlanda, presentó su dimisión en el Vaticano.
Ahora, tras el Informe Murphy que desvela los sibilinos mecanismos seguidos por la Iglesia Católica Irlandesa en connivencia con el Estado para ocultar estos macabros abusos, Benedicto XVI sigue mudo
¿Será porque la comisión que investigó dichos casos pidió en 2006 la colaboración de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ésta se negó?
En aquel entonces la presidía un cardenal llamado Joseph Ratzinger. Hoy, frente a treinta y cinco mil corderos mordidos por despiadados lobos, el pastor sigue callando.
Silencio.
Ángela Becerra
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