Sin un solo tiro, pero con mucho ingenio. Joan Pujol, conocido como el Garbo, logró que Hitler creyera que el Desembardo de Normandía no era más una maniobra de distracción. El espía catalán persuadió al dictador y le hizo creer que los aliados querían distraerle de su objetivo principal, Pas de Calais.
Además, consiguió ser la única persona en el mundo poseedora de la máxima condecoración alemana y británica: la Cruz de Hierro y la Orden del Imperio Británico.
Desde luego, teniendo en cuenta las circunstancias históricas, fue toda una proeza. Sobre todo, teniendo en cuenta la vida que tuvo quién consiguió persuadir y engañar a Hitler. “Durante la guerra civil permaneció un año escondido en un piso para no ir al frente, aunque acabó alistado en los dos bandos. Y durante la segunda guerra mundial empezó engañando por su cuenta a los alemanes hasta que acabó bajo las órdenes” del servicio de inteligencia inglés.
Para los primeros era Arabal, el agente más fiable del espionaje alemán; para los segundos Garbo, el espía capaz de hacer creer las cosas más inverosímiles al Tercer Reich. Al final de la guerra, la versión oficial dice que se fue a Angola, donde murió de malaria, y eso es lo que siempre creyeron los hijos y esposa españoles. En realidad, se exilió en Venezuela donde formó una nueva familia y trabajó como profesor de inglés. Nadie de su entorno conocía su pasado heroico. Y así fue hasta 1984, cuando el escritor Nigel West lo encontró”.
Y de la literatura… ¡Al cine! El cineasta Edmon Roch quedó “fascinado” por la historia y decidió “escribirla, dirigirla y producirla”. ¿El resultado? Garbo. El espía, documental que fue presentado hace dos días en Sevilla y que se estrenará en diciembre en nuestro país.
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