SABER CONFIAR EN DIOS
¿Recuerdas alguna persona en quien pusiste toda tu confianza?
Imagínate a Dios como si fuera esa persona: tu abuela, tu profesor particular, tu madre o tu maestro de escuela.
Confía en Dios de la misma manera en que confiaste en aquellas personas para vendar tus heridas, enjugar tus lágrimas y conducirte por nuevas sendas.
Confiar es ver el plan divino tanto en los acontecimientos que nos satisfacen como en aquéllos que ponen a prueba nuestra fidelidad.
La fidelidad consiste en sentir la mano de Dios en la tempestad y en la calma. Agárrate con fuerza en los altibajos de la vida.
Depender de Dios no es locura ni fantasía. No es cuestión de dejadez o indolencia. Requiere y produce coraje. ¡Sé fuerte!
Dios te dice:
"¡Confía en mí!"
¿Qué vas a responder? ¿Vas a darle largas diciendo: "Mañana", "Deja que lo piense" o ¿Por qué?
¿O murmurarás sencillamente: "Enséñame a confiar, tengo miedo, pero pongo mi mano en la tuya?"
Por muy difícil que nos parezca la vida podemos confiar en Dios... Él no nos abandona.
Con cariño Marcu