Los forofos y fanáticos siempre corren riesgos. Siempre he dicho que donde esté la moderación, se quite todo lo demás. Los excesos son poco recomendables para la salud.
De mi época de futbolista, tengo gratos recuerdos y muchas fotos y recortes de prensa de la época. Y aunque mis deportes favoritos eran otros, llegué a jugar en tercera división.
Conocí un personaje, digno de mención.
Nunca he conocido nada igual. Le llamaban "el motero" y tenía unos largos bigotes. Yo jugaba en el Monzón C.F. y él era fiel seguidor y un gran fanático. Le tenía una manía inenarrable a nuestro extremo derecho Manolito.
El motero acudía a todos los partidos jugáramos donde jugáramos. Según él todos los árbitros eran unos sinvergüenzas y Manolito debía estar en el banquillo y no era merecedor de la titularidad. Se hacía acompañar siempre de su mujer; una señora de unos sesenta años, afable y cordial. El motero se alegraba siempre que marcábamos un gol, incluso cuando lo marcaba Manolito. "Es que se lo han dado hecho", solía decir cuando era Manolito el artífice del gol. Cuando eramos goleados al motero se le ponía el rostro amarillo y no abría la boca. "Anda motero, que por un partido que perdamos no pasa nada", le solía decir su mujer. Y el motero la miraba como si estuviera loca.
Una tarde nos jugábamos el ascenso contra el Binéfar C.F. y en aquella ocasión vino acompañado del párroco del pueblo.
-" Es el padre Nazario. Le he pedido que venga por si las moscas. No me siento muy bien y tengo el corazón pachuchillo" -nos dijo antes de que nosostros entrásemos a los vestuarios.
-Mejor hubiera sido un médico-recuerdo que le dije.
-No, no- protestó-yo no soy de medias tintas, si me pega, me pega de verdad y en ese caso el padre Nazario me da la extremaunción.
Fuimos eliminados. Se fallaron muchos goles y hubo ocasiones a manta. Manolito jugó muy mal y el motero le gritó de todo.
El árbitro levantó los brazos y pitó tres veces. Final del partido. De repente, ya en la calle, el barullo. Gran aglomeración de gente. En el suelo yacía el motero mientras el padre Nazario le administraba la extremaunción. Ya estaba muerto. Una ambulancia se hizo paso entre el cotarro. No había nada que hacer. El motero presagiaba que la eliminación de nuestro equipo podría significar su muerte. Precavido se llevó al padre Nazario. tenía razón, no era hombre de medias tintas. Al motero se le rompió el corazón cuando abandonaba el estadio, pero fue muriendo poco a poco cada vez que nuestro equipo fallaba un gol. Demasiados "Huyyyy" para un corazón tan frágil. Lo último que se le oyó decir fue:
-"Manolito.......mamón!"