Tiré la piedra y escondí la mano..
Pero fué todo en vano:
que al turbar mi villana piedrecilla
la tersa paz del lago soñoliento,
se desgajó una astilla
del líquido elemento,
de ella un cono surgió, claro portento,
y el cono en torno dibujó una anilla,
y ella otra, y otra más y, en un momento,
vió el aire, el monte, el sol, la flor, el viento
todo el lago temblar de orilla a orilla.
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De CIEN CROMOS - Oliverio