ZACARI
Mi nombre es Zacari Wudu y soy Burkinabe, un niño, como otros muchos niños africanos.
He nacido en una aldea cercana a la capital, mi padre es un labrador muy pobre, consigue una pequeña cosecha de maíz y cacahuete, este año con unas buenas lluvias puede pescar algo en el pantano que momentáneamente está lleno, nunca ha aprendido a leer ni escribir y no le parece que eso sea importante.
La vida transcurre con tranquilidad y sencillez, y seguramente mi vida será parecida a la de mi padre, he oído de niños que en algunos lugares son maltratados y que aprenden en las calles a robar, a recoger las basuras pero no es mi caso, yo tengo una choza en la aldea donde mis padres me cuidan, como maíz y cacahuetes pero si supiéramos leer los niños en Africa, sabríamos cómo conseguir mejores cosechas, calcularíamos mejor cuánto cuestan las cosas, podríamos ser médicos y curar nuestros enfermos, nuestras madres no se morirían después del parto, porque no saben curarlas, sabríamos que la higiene es importante para vivir y comprenderíamos cuál es nuestro lugar en este mundo.
Creo que sería un poco más difícil engañarnos y robarnos si al menos pudiéramos ir a la escuela.
Diego es un español misionero de Remar, que ha venido a ayudarnos, ha construido escuelas, para los niños de las aldeas, y dormitorios donde huérfanos pueden vivir y asistir a las clases. Diego se ha quedado a vivir con nosotros y ahora se va a casar con una de nuestras maestras.
Gracias a hombres como él, muchos niños como yo podemos asistir a la escuela.
Han abierto otras escuelas donde niños de las calles viven, niños que no tienen papá que les proteja y a veces son muy maltratados. Ahora tienen un lugar donde vivir y un colegio donde aprender.
He recibido una oportunidad que voy a aprovechar, quien sabe si yo pudiera llegar a ser un buen médico que ayude a otros.
Tal vez, si alguien siembra en mi honradez y generosidad, respeto a Dios y a los hombres y yo llegara a ser un ministro del gobierno, podría gobernar con justicia y hacer mucho bien a mis gentes y a mi país.
Es una historia real