Son como la viejecita que ayer te devolvió tu cartera.
Como el chofer del taxi que te dijo que tus ojos iluminaban el mundo cada vez que sonreías.
Como el niño que te demostró la maravilla de las cosas sencillas.
Como ese hombre pobre que ofreció compartir lo que tenía, contigo.
Como ese hombre rico que te demostró que realmente todo es posible, si tienes fe.
Como ese desconocido que se cruzó en tu camino, justo cuando no sabías dónde te encontrabas.
Como ese amigo que tocó tu corazón, cuando pensabas que no tenías.
Los ángeles vienen en todos los tamaños y formas, de todas las edades y colores de piel.
Algunos tienen pecas, otros tienen lunares, algunos tienen arrugas, y otros, nada de eso tienen.
Tienen apariencia de amigos, enemigos, maestros, estudiantes, novios, y hasta de tontos.
Nunca toman la vida demasiado en serio; viajan muy ligeros.
No te dan una dirección donde ubicarlos, ni te piden nada a cambio.
Son difíciles de hallar cuando cierras los ojos, pero si decides ver, los
encuentras en todas partes.
Así que, abre los ojos y cuenta todos los ángeles que tienes...
¡Verás que realmente están junto a ti!