Árbol Plantado
Por
Ángel García López
Hermoso es este mundo. No hay remedio.
Hermoso es este árbol que he plantado en tus bancales. Fronda inaccesible todavía, y envidia ya del álamo. Real, bello y perfecto. No ilusorio.
Tu vientre, salvador de los naufragios del adobe y los altos edificios de piedra. Hermoso es para el tacto saberse aquí. Silo del tiempo. Espiga milagrosa. Terco frutal. Manzanos que emergen y que llegan invencibles como la flor y el manantial al prado de la vida.
Contemplo el espejismo, el arsenal de sangre. Un vino solitario que hizo posible el sueño de vendimia. La melodiosa tierra. Aquel arado desolador que abría la mañana.
Hermoso es este mundo. Comprobado, si te miro, lo tengo. Y no la escarcha cercenadora. Ni la nieve. Ni el solano podrá con estas selvas, altas ramas que tanta lluvia asiste. Es algo mágico. Contorno de evidencia. Arista pura. Temblor que nadie sabe sino el campo que asumió la labranza, la caricia del labrador, los belfos de un ganado del color de las aguas.
Tú no sabes. Hasta ahora qué forma de dudarlo, de tanto hacerlo mío. Merecía la esperanza estos meses, este espacio de tiempo, aquel abrazo.
Hoy te bendigo, soplo hermoso de Dios. Y miro el barro que llegara a mi alfar. Barro cocido sin llenarme de música las manos. Sólo amando. Nogal. Vientre y besana. Azor de cetrería. Soles grávidos.
Tú no sabes qué angustia. Certidumbre de saber, de saberlo, no encontrando su forma. No encontrando su figura. Su cuerpo azul. Su dimensión de pájaro.
Hoy es certeza y gesto. Cúpulas de gracia. Chopo contra el otoño. Castellano de tu castillo y caz de arroyos bellos que cruzan tu tintura, subterráneos. Saberlo así. De aquella luna rota sobre la cama. Del orto de tus labios. Del temblor de la alondra. Verte, veros crecer al sol, magníficos, intactos. Comprobar a los dos hechos del mismo mineral. La honda mina del topacio. Y entender cuán hermoso es este mundo desde siempre. Que en ti planté el milagro.
Ángel García López
Alberto Cortez - Mi árbol y yo
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