14 de Julio de 1.789: la toma de la Bastilla
Allons, enfants de la patrie,
le jour de gloire est arrivé!
contre nous de la tyrannie
l’ étendard, sanglant est levé.
Entendez-vous dans les campagnes
mugir ces féroces soldats?
Ils viennent jusque dans nos bras
egorger nos fils et nos compagnes!…
Auz armes, citoyens! formez vos bataillons!
Marchons! qu’ un sang impur abreuve nos sillons!…
¡Marchemos, hijos de la patria, el dia de la gloria ha llegado ya!
Contra nosotros el sangriento estandarte de la tiranía se ha levantado.
¿Oís rugir en los campos a esos feroces soldados?
¡Vienen a degollar en nuestros brazos a nuestros hijos y a nuestras compañeras!
¡A las armas, ciudadanos! ¡formad vuestros batallones!
¡Marchemos! ¡que la sangre impura riegue nuestros campos!…
En algunos momentos, el alma nacional de los pueblos arde con cánticos que levantan el espíritu. Cánticos de muerte y patria, que ayudan en la lucha, que enaltecen, y que restallan en los cerebros con una sola voz. Unidos hasta la muerte, los pasos marchan, inflexibles, por Francia, por la libertad.
Aquel cántico que tantas veces sonó en la plaza de la Bastilla se convirtió con el paso del tiempo en el himno nacional. La Marsellesa es el reflejo de las ansias de libertad del pueblo francés, las notas de la lucha y la voluntad. Y aquel instante, aquel 14 de Julio de 1789 se convirtió en el símbolo de la República.
Ya llevaba meses la revolución extendiéndose por las calles de París. La idea de un nuevo régimen; la creación de una Asamblea Nacional, y el Juramento del Juego de la Pelota del 20 de junio por el que se adjuraba el Tercer estado (el pueblo a conseguir una Constitución para el país), habían tensado la situación en París. Pero la intransigencia del rey Luis XVI ante el movimiento del populacho, y la destitución de Jacobo Nécker, uno de los políticos más influyentes y queridos por el pueblo, como ministro de Hacienda, hizo que la mecha prendiera aún más. Desesperado, el Rey pidió ayuda a los países extranjeros leales, quienes se congregaron en los alrededores de París y Versalles. Aquéllo fue entendido como un acto de autoproclamación de despotismo por parte de Luis XVI… y el pueblo se lanzó a las calles.
Una ingente muchedumbre de entre 40 y 50.000 personas se lanzaron a la toma de Les Invalides, en busca de armas con las que defenderse. Los cánticos resonaron al unísono en la Plaza de la Bastilla, pero desde su itnerior, los soldados que quedaron a su defensa se negaron a abrir fuego contra el pueblo a pesar de contar con varios cañones. En las cercanías, en el Campo de Marte, los regimientos reales, a las ordenes de Pierre de Besenval se niegan también a cargar contra los amotinados.
Es la señal, y el pueblo se lanza febrilmente a escalar los muros que rodean la Bastilla. a las 15,30 h. de aquel 14 de Julio, con cinco cañones de los que se han apoderado, disparan contra la Bastilla. Poco después, capitula. A las 17,00 h. la muchedumbre invadió la Bastilla apoderándose de las armas y la pólvora. el alcaide de la prisión, el marqués de Launay fue ejecutado rapidamente y su cabeza expuesta en las murallas. Fue el primer gran paso en aquella Revolución, que ya no se detendría hasta acabar con el propio rey y su familia en la guillotina.
Aquel acto de fiereza, de agonía, de ansia de libertad contra la opresión por parte del populacho, obreros, albañiles, artesanos… tuvo un significado especial para el mundo. La Historia de Francia cambió para siempre y aquella fecha ha quedado grabada en la memoria de los franceses. Hoy día, el 14 de Julio se celebra la Fiesta Nacional de Francia, aún cuando realmente, el motivo de esa Fiesta sea la que se produjo exactametne un año después, el 14 de julio de 1790, con la Fiesta de la Federación.
En el lugar donde antiguamente estaba la Bastilla, demolida poco después, se construyó una gran columna, de 24 metros de alto, elaborada con el bronce de los cañones que se sustrayeron a los españoles, e inaugurada en 1840.
La plaza, hoy día, se la conoce con el nombre de Plaza de la Libertad.