Recién nacida, ni cabellos tiene todavía, y ya la están arreglando con lacitos coloridos bien pegados a la cabecita. La mujer nace para ser la más colorida entre todos los colores. Mujer es arco iris.
En cuanto crece, al punto de abandonar las muñequitas, ya está brindando regazo a los compañeros de la escuela, al amiguito tristón, a la mamá carente, al papá cansado, a quien le pide abrigo. Mujer es regazo.
Al adentrarse en la adolescencia, llama la atención de los muchachos, de los “maduros” soñadores, de los pasajeros de autobús, chóferes, cobradores y ¡Hasta del hermano mayor! Mujer es tentación.
Cuando ya pasa de los 20, ¡cuántas historias ya cuenta! Ya tuvo amor malogrado, ya tuvo el primer beso, el primer enamorado, despedidas, divergencias, alegrías inolvidables, éxitos, también fracasos. Mujer es novela.
En sus 30, 40, 60… ¡No cree alcanzar los 80! ¡Cuántos amores! ¡Cuántas cicatrices! Uniones, hijos, empleos, patrones (dentro y fuera de casa), metas alcanzadas, tantos deseos frustrados, tantas palabras ya dichas, muchos silencios impuestos, comprensiones, incomprensiones, traiciones y mil disgustos. Mujer es historia.
Y cuando deja el mundo, en algún rincón del cuarto se encuentra un hilo de cabello, se ve una oración en la antigua cabecera, se oye su canción favorita, su almohada confesora está manchada con la última lágrima. Mujer es nostalgia.
Pero ella siempre renacerá en otras mujeres, siempre será lo que vino a ser, siempre cumplirá su misión de Luz entre los hombres, siempre será apenas y tan sólo lo que es. Apenas y tan sólo Mujer.
A/D
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