Moscú.
Los relojes de la Plaza Roja marcan las siete de la tarde de
un día de diciembre, o de enero o de febrero.
Y -29, -32, -34 ó -35 grados centígrados marcan los ter-
mómetros que hay en esa misma plaza, la Plaza Roja.
Los que somos pirenaicos desconocemos cómo es el
aire a esas temperaturas. Yo nunca he conocido valores
tan bajos en el valle de Esteríbar.
Es sólo cuestión de ser decidido. Cuestión de levantarse
una mañana con la mente despejada y, tras una más bien
breve reflexión, admitir que es verdad y cierto que son
cuatro los días que todos estamos en el mundo.Y sin más
pensamientos salir poniendo hacia Moscú la dirección.
Es viaje proyectado hace ya unos cuantos años y pendiente
de llevarlo a cabo, de hacerlo realidad.
Hoy, aún, todavía me siento capaz de conducir el coche a lo
largo de kilómetros y kilómetros.